Dolor.

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Como todo ángel,

me encontró en la oscuridad.

Me dio sus manos y me hizo sentir seguro.

Me sacó de ese infierno.

Me llevó al cielo sabiendo que era un simple pecador.

Pero no puedes huir de tu realidad.

Siempre me esforzaba para ser más,

me esforzaba para hacerme notar,

cada vez con mas fuerza,

cada vez con mas intensidad,

hasta el punto de que ella no lo notaba.

Perdí el control de quien era,

perdí la fuerza de quien ella creía,

le gritaba,

la insultaba,

hacia todo por llamar su atención de una u otra forma.

Ella había visto un ángel en mi.

Y yo me había vuelto un demonio obsesionado por su aprobación.

Jamás me di cuenta de que era tan tarde,

Hasta que los mismos arcángeles me atravesaron con sus lanzas.

Aquel demonio había querido la libertad con ese ángel.

Aquel paraíso se había convertido en dolor para ella.

Solo entonces fueron cinco lanzas que atravesaron su cuerpo.

Pero la pequeña daga, roja carmesí.

La cual fue sostenida por aquel ángel,

fue la que mas causó dolor.

Fue justo en su corazón.

Fue por cada lagrima.

Fue por cada herida que aquel demonio le había hecho.

Y una libre caída al vacio,

fue la libertad dolorosa que tuvo.

Condenado a vagar por su existencia.

Haciendo eco entre los barrotes del paraíso.

El Distrito RojoWhere stories live. Discover now