Leonardo DiCaprio «boṅυѕ 2»

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Mi familia era partidaria de mudarse de vez en tanto, por no decir que en hace dos años atrás habíamos logrado acumular más de cinco mudanzas, aunque ahora que lo analizaba bien, suponía que no teníamos otra alternativa considerando que era el sustento de una familia de seis integrantes.  Afortunadamente, durante ese verano parecía que Los Ángeles, California sería el lugar perfecto para concluir mis estudios antes de finalmente dejar el nido e ir a alguna universidad en algún rincón del mundo.

—Te ves preciosa, hija y seguramente Leo pensará lo mismo cuando llegue.

Me ruboricé ante las palabras de mi madre y aunque me habría gustado ocultarlo no podía, después de todo él me gustaba y esperaba que al menos existiera una chispa ahí. Desde mi llegada (hace cinco meses) Leonardo había llamado mi atención, podría parecer un cliché a simple vista, popular, co capitán del equipo de fútbol y porque no, presidente estudiantil mientras yo, bueno, yo era la nueva que llegaba a terrenos desconocidos pero que aún así, dentro de todo el lío que manejaba entre estudios y mudanzas, había logrado tener una amistad con él.

—Bien, ya llegó.

Murmuré para mis adentros antes de verme al espejo. Mi cabello estaba trenzado, pero la misma estaba recogida en un pequeño moño casi a la altura de mi nuca y dejaba caer leves mechones rizados a los costados de mi cara; por otro lado, mi vestido era de un color azul pero con matices morados, el escote era en forma de corazón, los hombros caían con elegancia por mis brazos, dejando mi lechosa piel a relucir con un pequeño colgante de perlas que adornaba mi cuello, para finalizar unas zapatillas a juego del vestido y que tenían un acabado brilloso para hacer match con el tul que caía por la falda, mi pequeño antifaz, el cual solamente cubría uno de mis ojos y tenía una leve apertura que dejaba a relucir el carmín que había colocado previamente en mis labios.

Bajé en silencio, viendo a Leo al pie de las escaleras mientras me esperaba con un ramillete de hortensias azules que hacían juego con mi vestimenta. Por otro lado, él portaba un smokin color negro y en el bolsillo que adornaba la parte superior izquierda de la chaqueta yacía un pañuelo del mismo tono que las flores, así como el moño que yacía atado a su cuello y para terminar la sincronización de nuestra noche, él llevaba una máscara con el mismo corte que la mía, sólo que de color negro y en el lado contrario de la cara al mío.

—Te ves hermosa, princesa.

Me extendió la mano, gesto que correspondí antes de sentir como besaba el dorso de la misma y me regala una de esas tantas sonrisas que me aceleraba el corazón y hacía que olvidara hasta como dar un sencillo paso.

—Sabemos que van un poco tarde, lo sabemos pero no podemos dejarlos ir sin tomarles la foto.

Apareció mi padre por el umbral de la puerta que daba a su cuarto de estudio, cargando una cámara y antes de indicarnos que debíamos posar, Leo me tomó por la cintura, pegando levemente mi cuerpo al suyo y como por acto instintivo, lo abracé con mi brazo izquierdo mientras ambos sonreíamos frente a mi padre.

Después de ese momento tan emotivo, nos despedimos de mi familia y nos desearon suerte y que la pasáramos bien, eso era todo lo que necesitaba aunque teniendo en cuenta quién era mi acompañante, sabía de sobra que así sería.

[...]

Al llegar a la escuela y mucho antes de adentrarnos en sus instalaciones, él me detuvo con la intención de ponerse frente a mí.

—Tengo que confesarlo, desde que te ví entrar a clase de Literatura, tímida y avergonzada por llegar un par de minutos tarde, llamaste mi atención —hizo una pausa mientras rebuscaba en sus bolsillos, supongo que en busca de algo —, y te juro que llevo toda mi vida en esta ciudad, recorriendo sus calles y creando recuerdos con gente que probablemente no ha sido del todo honesta o transparente y no puedo expresarte lo bien que me hace estar aquí contigo.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, si este era el modo en el que se me estaba declarando, no podía decir lo mucho que me gustaba que fuera de ese modo.

—Desde que pude verte por primera vez sentí alivio, sentí paz porque en un mundo donde todos usan máscaras realmente resulta un privilegio ver un alma, aún en una noche como esta donde ambos llevamos una puesta en ese momento, su mano derecha sostenía un anillo, no de compromiso ni nada parecido, era un anillo de promesa, cosa que me enterneció demasiado —. No sé a donde nos puedan llevar estos meses, que tan lejos podamos llegar a estar del otro pero quiero seguir viéndote, quiero seguir enamorándome así que, ¿quieres ser mi novia?

Extendió el anillo, de un color plata que sorpresivamente combinaba bien con mi atuendo y acentuaba mi tono de piel, mientras él lo colocaba en mi dedo, yo asentía emotivamente. Si algo había aprendido entre tanta mudanza y tanta gente que había entrado y salido de mi vida, era aprovechar los momentos al máximo y más cuando finalmente había encontrado a alguien con quien todo se sentía real, donde especialmente yo me sentía real y eso, se sentía bien.

»🍌«
Dedicated to:
SURANX
Se logró, finalmente ha finalizado esta tanda, agradezco su apoyo, su cariño y su paciencia.
Estén al pendiente que en breve subiré la siguiente y última tanda, ¡nos estamos leyendo!

One shoots [2]Where stories live. Discover now