SEVEN

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—Ven Charlie, te traje a este lugar por esto

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—Ven Charlie, te traje a este lugar por esto.— tomé al inglés del brazo y lo jalé conmigo hasta el final del muelle. El ocaso estaba por posarse en el cielo el cual se teñía de anaranjado con rosa y se reflejaba en el ancho océano. —Ver el atardecer desde santa Mónica debería ser una obligación.

Observé a Charlie viendo el atardecer y sonreí. Parecía totalmente embelesado ante el paisaje.

—Vaya.— elevó ambas cejas. —es asombroso.

Él me volteó a ver y yo asentí.

—A veces vengo por aquí nada más a ver el atardecer, ya que está cerca, me gustan los atardeceres y no he visto muchos deslumbrantes pero estoy segura que este es uno de ellos.

—Creo que no te equivocas.

Sus ojos se quedaron fijos en los míos y una sonrisa atisbaba su rostro. Sus labios se entreabrieron, parecía que iba a decirme algo sin embargo sus mirada me decía que estaba debatiendo con él mismo si hablar o no pero al final terminó por hacerlo.

—Nat yo...— su oración quedó en el aire cuando fue interrumpido por alguien más.

—Natalie.

Esa voz. Inhalé y cerré los ojos, apretándolos con fuerza.  De todos los lugares de California ¿por qué tenía que encontrármelo justamente aquí?

Me volteé hacia él.

—Ben.

Charlie y yo miramos expectantes al rubio, el primero lo miraba con una mirada que no podía descifrar, eso sí, de amabilidad no era.

—¿Qué estás haciendo aquí?— pregunté con cierta incomodidad.

—Vine con unos amigos y que grata sorpresa encontrarte por aquí.— sonrió. —aunque bueno siempre te gustó este lugar, te conozco.

—Nosotros nos vamos.— dije ignorando su comentario. No lo pensé un segundo y tomé de la mano a Charlie, prácticamente arrastrándolo conmigo, lejos del rubio.

—¿Qué fue eso?— preguntó, cuando estuvimos frente a una heladería. Miré nuestras manos entrelazadas y las solté con cierta vergüenza.

Me quedé callada y jugué con los dedos de mis manos.

—Pareces incómoda, no tienes que decirme nada.— murmuró y me dio una mirada comprensiva.

—Es mi ex novio.— respondí. —No terminamos bien.— masajeé mis sienes y cerré los ojos. —al padecer California no es lo suficientemente grande.— ironicé.

Me había distraído tanto con la presencia de Ben que olvidé que Charlie estaba por decirme algo cuando lo interrumpió.

—Ibas a decirme algo antes de ser interrumpido.— cambié el tema, el cual no me agradaba. —¿Qué era?

Charlie elevó sus cejas y negó rápidamente.

—No era nada importante, olvídalo, ¿vamos a la rueda de la fortuna o prefieres volver a casa?— preguntó.

No iba a dejar que Ben arruinara este día que para ser honesta, lo estaba disfrutando con el inglés.

—Vamos a la rueda de la fortuna.— respondí ocasionando una sonrisa en su rostro.

Ambos fuimos por los boletos primero, luego nos tocó formarnos al rededor de diez minutos ya que habían bastantes personas en la fila.

—Sé que lo pregunté antes pero ¿volverás a Londres algún día?— preguntó él en lo que nos subíamos en el asiento y un chico castaño nos aseguraba.

Suspiré. —Londres me trae malos recuerdos.— dije sin más. —Oh mira, la vista a la ciudad es hermosa.

Charlie sonrió y asintió.

—Sí, muy hermosa.— murmuró. Lo volteé a ver y su mirada estaba puesta en mí, bastó un segundo para que la desviara. —California no era mucho de mi agrado, ahora creo que podríamos llevarnos bien.

—¿Por qué no te agradaba?

—Supongo que solo estoy acostumbrado a Londres.— respondió. —podría acostumbrarme a esto.— eso último lo había dicho en voz baja, aún así lo escuché pero honestamente no sabía que significaba.

•••

—¿Crees que debería tener redes sociales?— volteé a ver a Charlie por unos segundos y luego regresé la mirada al camino. —sonaré como un viejo pero la realidad es que no les encuentro mucha gracia.

Me reí. —Bueno, a mí me gustan porque me mantienen en contacto con los fans, me gusta leerlos a diario.

—Ese es un buen punto.

—Lo es, pero si no te gustan no deberías tenerlas.— dije.

Torció la boca. —Lo pensaré.

El día de nuestra salida finalmente había acabado después de ir a cenar a un restaurante italiano tomamos rumbo hacia el hotel donde Charlie se hospedaba.

Su estadía en California había prácticamente terminado puesto que mañana al mediodía salía su vuelo hacia Londres. Detuve el auto frente al enorme edificio y miré a Charlie quién se quitó el cinturón y me volteó a ver.

—Supongo que esta es la despedida, ¿no?

Apreté los labios. —Así parece ser.— murmuré.

Él sonrió. —Bien, gracias por la salida fue estupenda, buenas noches.— cuando cerró la puerta de mi auto y estuvo afuera se apoyó sobre esta. —que descanses Dankworth.

Le devolví la sonrisa. —No agradezcas Charlie, ten una buena noche tú también.

Él asintió apretando los labios y luego se separó del auto así que lo encendí y me dispuse a irme sin embargo no arranqué.

Oh vamos, mañana es su último día aquí y quién sabe cuando lo vuelvas a ver me dije a mí misma.

—¡Charlie!— me incliné sobre el asiento del copiloto y lo miré a través de la ventana. El inglés quien estaba apunto de entrar en el edificio volteó y volvió sobre sus pasos, mirándome expectante.

—¿Qué sucede?

—Mañana es tu último día y yo... me preguntaba si quieres ir a desayunar y luego podría llevarte al aeropuerto, bueno solo si puedes y no tienes nada que hacer.— dije rápidamente tropezando con mis propias palabras hasta él había notado mi nerviosismo.

Charlie rió y asintió. —Me encantaría.

—¡Genial! Entonces nos vemos mañana.

—Hasta mañana Natalie.

FALLING ━ CHARLIE COX Where stories live. Discover now