Vulnerable. Esa era la palabra que había descrito a Natalie Dankworth desde sus dieciséis años, cuando sus sueños de vivir felizmente se rompieron junto con su familia.
¿Para el amor? Siempre tomó la decisión errónea, cosa que le hizo cerrarle las p...
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16 de julio, 2016.
—Wow, ¿tú despierta antes del mediodía?— Gyllenhaal, quién se encontraba con Dinora y Ryan en el comedor me vio sorprendido.
—Buenos días a ustedes también.— ironicé, dirigiéndome al refrigerador para sacar un yogurt.
—Jake tiene razón, ¿qué haces despierta tan temprano?— Dinora me dio una esporádica mirada para luego volverla al periódico que tenía enfrente.
—Son las once de la mañana, Dino.— fruncí el ceño. —¿y tú? Que milagro que estés en casa a estas horas.— dije viendo mi reloj de mano.
—Madrugada para ti.— agregó la rubia. —y me voy en unos diez minutos.
—Oigan, no es la primera vez que estoy despierta a esta hora.— me defendí y ellos rieron. Ryan me escudriñó con la mirada para luego hablar.
—Sin crocs... esa ropa de salir y... esa cantidad notoria de perfume...— comenzó viéndome con los ojos entrecerrados, pausando entre frase. Hasta se parecía a Draco Malfoy.
No lo digas, no lo digas, no lo digas.
—... saldrás con Charlie.— concluyó con una sonrisa traviesa en el rostro, lo miré mal deseando tirarle el yogurt en la cabeza, pero me contuve.
—¿Quién es Charlie?— Dinora y Jake preguntaron al tiempo, las miradas de los tres se posaron sobre mí y rodé los ojos.
—Espera... ¿Charlie el que conociste en Londres? ¿Con el que habías perdido contacto?— Dinora parecía sorprendida, y con tanta cosa que mantenía en mente me asombraba que todavía recordara eso.
—¡Ah, el amor!— Ryan soltó un suspiro de enamorado, causando que los tres lo miráramos raro.
—Bueno me voy.— informé. Antes de salir de la cocina escuché un adiós de parte de mi hermana y Jake y un diviértete pero no tanto de Ryan. Tomé las llaves del auto y salí de casa.
•••
—Hola Charlie conste que salí a tiempo pero el tráfico de esta ciudad no ayuda en lo absoluto.— hice una mueca. Charlie río en lo que subía al auto, cuando lo hizo lo puse en marcha.
—Hola Nat y no te preocupes.— dijo. —en Londres el tráfico es espantoso, así que te entiendo.
—Ugh, el tráfico en Londres es un calvario, debes tener mucha paciencia.— reí.
