El monstruo de ojos rojos

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Por: NoeliaMoras

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Por: NoeliaMoras


Para su sorpresa y el disfrute de la serpiente, esa misma noche la discoteca había decidido organizar una fiesta de disfraces por Halloween. Y justamente la única que no estaba vestida para la ocasión era ella, aunque el tener una serpiente en el cuello servía de mucho en ese tipo de ocasiones. Los seguratas de la puerta no dudaron en dejarla pasar al pensar que era parte de su disfraz, y Laxus, lejos de abrir su bocaza, se mantuvo callado y permaneció quieto hasta que entraron al local. Después de todo, no era la única con ganas de fiesta.

Normalmente, no solían ir solos a ese tipo de eventos. Sus amigos amaban tanto la juerga como al alcohol y rara vez se perdían una quedada. Sin embargo, en esa ocasión, los exámenes y los trabajos habían sido tantos que ninguno de los cuatro había podido acompañarlos esa noche. Y su ausencia sí se notaba.

Verónica avanzó hacia la barra mientras Laxus se entretenía observando el ambiente y asustando a los pocos que se daban cuenta de que no era un mero artilugio decorativo.

―Un vodka, por favor.

―Empiezas bien ―comentó la serpiente en voz baja, aunque con la música tan alta dudaba de que hablando en otro tono le llegasen a oír―. Pensaba que ibas a elegir uno de ron.

―Hoy es día de vodka, no de ron.

―¿El vodka tiene días? Eso es nuevo.

―Viene en el manual ―dijo Verónica, sonriéndole al camarero cuando este preparó su pedido.

―¿Qué manual?

―"Manual para sobrevivir una fiesta falsa de Halloween en compañía de una serpiente parlante, bastante idiota, que no quiere enseñarme su forma humana". Es de mi autoría. El título es muy original, lo sé. ―La chica miró a un par de chicas que apuntaban con sus dedos acusadores a la criatura que se mantenía en su cuello y suspiró―. Eres popular.

Laxus siguió el camino trazado por su mirada y encontró en el final a dos adolescentes humanas, las cuales se habían disfrazado de angelitos sexys para esa noche. Si al menos supieran cómo eran realmente ese tipo de seres...

―Evidentemente, querida. Soy una serpiente parlante.

―Lo que eres es idiota.

―Un idiota que te aguanta.

Touché ―respondió Verónica, levantando su vaso de vodka.

Al cabo de un rato, y como ya era costumbre, Laxus desapareció en alguna parte de la discoteca lo que ella bailaba en la pista con el resto de personas. El alcohol no funcionaba en su sistema. No podía emborracharse, pero sí disfrutar de la adrenalina que recorría su sistema con cada canción, cada cual más animada. Así que bailó y bailó, una canción tras otra, hasta que su bebida se acabó y se encaminó hacia la barra a por otra más.

Antología: Criaturas de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora