La venganza de los muertos

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Por: GhostFicker

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Por: GhostFicker

Era una noche silenciosa y oscura, los grillos no cantaban y la hierba no susurraba su acostumbrada canción. La temperatura era perfecta, había desaparecido el calor abrazador del verano y aún no llegaba el frío del otoño. Sentí la imperiosa necesidad de quitarme la capa de los hombros y así lo hice. Di la bienvenida al frescor de la noche y levanté la mirada al cielo para estirar mi cuello. Estaba sola en aquel rincón perdido de la frontera mientras el pueblo disfrutaba de las fiestas de esta temporada.

—La comandante no debería estar de guardia en la noche del Reencuentro —dijo una voz desde la oscuridad. Di un respingo y llevé la mano a la empuñadura de mi espada. Giré y me encontré con Cyrenne, mi fiel segunda. Su ojo derecho refulgía atrevido y sus manos en sus caderas reflejaban a la perfección lo mucho que reprochaba mi actividad.

—Esas son simples supersticiones, Cyrenne —respondí hastiada.

—Oh no, para nada. En esta noche todo es posible. Las venganzas son cobradas y la naturaleza reclama su legítimo derecho.

—Y no menciona nada sobre comandantes —bufé.

—Claro que sí. Las venganzas son cobradas por vivos y no vivos —señaló—. Los vivos se rigen por la ley, pero, ¿quién controla a los muertos?

—¿Por qué habría un grupo de fantasmas vengarse de mí?

—Se vengan del cargo, Anteia. Da igual quien lleve los broches de comando, quieren vengarse de quien les envió a los brazos de la muerte —explicó exasperada, como si yo fuera una terca niña de cinco años.

—Son solo leyendas, Cyrenne. Los muertos regresaron a la Gran Madre y allí permanecerán. No existe nada fantasioso y por supuesto, ningún poder mágico que pueda actuar sobre mí o cualquiera de los habitantes de Lerei.

—Aun así, deberías estar junto a tu mujer y tu hija en las celebraciones. Deberías mostrar tus respetos y regresar a casa antes que a noche llegue a su punto álgido —presionó.

—Kaira y Axelia están bien sin mí. Yo tengo un deber que cumplir. —El no acompañarlas no me molestaba. Eran mi familia, pero me sentía mucho mejor cuidando de su seguridad que disfrutando del festival y las fiestas.

—Y justo en la noche del Reencuentro decides aceptar tu guardia y no delegarla a alguna guerrera.

—No es una fiesta que me agrade demasiado, Cyrenne, lo sabes bien. —Apreté la empuñadura de mi espada con fuerza. Como una avalancha los recuerdos llegaron a mí. Noches oscuras de inicios de otoño, grandes banquetes en las casas que encontraba en mi camino, un festival lleno de risas, música, aromas deliciosos y calidez y todo fuera de mi alcance mientras yo era el blanco predilecto de quienes aprovechaban la noche para reencontrarse con su lado más oscuro. No, en una noche como esta lo mejor era esconderse en algún granero o establo y rogar a la Gran Madre para no ser descubierta.

Antología: Criaturas de la nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora