8.

23 4 0
                                    

⚠️ TRIGGER WARNING ⚠️

El siguiente texto es clasificado como contenido delicado, contiene escenas de autolesión y suicidio.
Se aconseja discreción, leer bajo su propia responsabilidad.
En caso de ser una persona sensible o en caso de saber que le puede afectar de forma negativa, se aconseja no leer.
:)


Las manos levemente temblorosas descansaban sobre el frío borde de la bañera.
La luz estaba apagada y la habitación se encontraba envuelta en penumbras, un sutil golpeteo pausado se escuchaba cada que una pequeña gota de agua caía dentro de la bañera ya llena.

El suelo estaba empapado y el vaho desprendiéndose del agua caliente, inundaba la habitación pese a que la puerta estaba entreabierta.

―¿Mamá?

Un pequeño cruzó la puerta de entrada y paseó por los pasillos mientras sus ojos claros buscaban la silueta de su progenitora.
Los pies le guiaron, casi por inercia, a aquella habitación al fondo del pasillo.
Notó la puerta entreabierta, notó el vapor tibio inundando sus fosas nazales y humedeciendo sutilmente su blanco rostro, y se quedó inmóvil al no escuchar a nadie.

―¿Mamá?... ―llamó una vez más mientras daba unos ligeros golpes a la madera de la puerta con la esperanza de tener respuesta.

Silencio.

El sonido de la gota golpeando el agua le ponía nervioso y de repente un sentimiento que desconocía se apoderó de él.
Un mal presentimiento.
Sus pequeñas manos empujaron la puerta abriéndola por completo y al instante su cuerpo se congeló.

Las manos habían dejado de temblar.

La sangre chorreaba por los bordes de la bañera, empapando las paredes de la misma.
El suelo estaba totalmente teñido de carmesí, y el agua parecía puramente tinta.

Sus piernas temblaban pero aún así consiguió acercarse lo suficiente para ver aquel rostro.

―Mami...

La mirada estaba fija en el techo.

―¡Mamá!

Los labios entreabiertos.

―¡Te lastimaste, mamá!

Y los brazos destrozados.

La voz rota resonaba en un eco desgarrador mientras el pequeño sentía su garganta arder por sus propios gritos.

Pero ella jamás lo vio.


Las manos heladas se posaron en sus hombros, los ojos se abrieron de golpe mientras se enderezaba.

Cuatro enfermeras le rodeaban, dos de ellas sosteniendo sus piernas, y otras dos intentando sostener sus brazos, una de ellas siendo Kim.
Jona tomó una bocanada de aire intentando recomponerse.
Hace un año no tenía pesadillas con aquello.

Kim sabía que no debía tener muchos cariños con los pacientes, debía mantener su profesionalidad, pero no se limitó a contenerlo para evitar que se dañara como sus compañeras, en su lugar, lo rodeó con sus brazos y lo estrechó contra sí como una madre lo haría, y lloró a la par que él.

Jona se aferró a ella con todas sus fuerzas mientras sollozaba, volviendo a ser aquel niño pequeño completamente roto.
La imagen del cadáver de su madre se distorsionaba, mezclando aquel recuerdo con la viva imagen de Matt.

No pudo salvar a ninguno.

Jona estaba molesto consigo mismo, se sentía completamente inútil. Su deber era cuidar de la gente que quería, pero siempre acababan marchándose de las peores formas.

¿Acaso no era suficiente?

¿Alguna vez lo sería?

¿Alguna vez podría confiar ciegamente en que sus seres queridos dejarían de romperse en pedazos frente a él sin que pudiera hacer nada?

¿Alguna vez dejaría de sentirse atrapado en un hospital para almas desgraciadas?

Las paredes a su alrededor volvían a comprimirse hasta aplastarlo, podía sentirlo, y aunque intentó detenerlo no fue capaz. El sentimiento de claustrofobia le ganó, y aún estando entre los brazos de Kim, fue capaz de sentir el vaho del baño de su vieja casa humedeciendo su rostro una vez más.

Nunca sería lo suficientemente fuerte.

Oniria.  [Sycholls] Where stories live. Discover now