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⚠️ TRIGGER WARNING ⚠️

El siguiente texto es clasificado como contenido delicado, contiene escenas de autolesión y suicidio.
Se aconseja discreción, leer bajo su propia responsabilidad.
En caso de ser una persona sensible o en caso de saber que le puede afectar de forma negativa, se aconseja no leer.
:)

Oliver estaba a su lado, sentía su perfume mezclándose con la frescura del ambiente. Alejado de la ciudad, un campo vacío en plena primavera ofrecía una vista perfecta para dos jóvenes que buscaban sentirse en paz, obteniendo un refugio el uno en el otro.

Una pequeña figura roja se posó sobre la mano izquierda del chico de ojos oliva, quien con cuidado tomó la mano de su mejor amigo, entrelazando sus dedos.

―Una mariquita, Oli.

―Un San Antonio. ―corrigió con una sonrisa divertida, sentía perfectamente las patas del pequeño insecto caminando sobre su piel tatuada.

―Mariquita... ―los ojos avellanas observaban atentamente cada mínimo movimiento de la pequeña criatura.

―Matt, pedí un deseo.

El castaño, obediente, cerró sus ojos comenzando un soliloquio interno, el olor a flores de jazmín lo invadió de golpe, como si las flores tomaran consciencia de repente y aceptaran ser parte de ese ritual mágico que tomaba lugar entre los dos chicos.

―Quiero tenerte. ―dijo en voz baja.

―¿Tenerme?...

―Sí, quiero tenerte conmigo para siempre.

Un silencio se formó.

Las flores no eran inmarcesibles, y Oliver lo supo siempre. Pero se encargó de plantar las suficientes cada día para que Matt siempre tuviera un jardín al cual admirar, al cual pertenecer.

―Yo también, Matt. Yo también te quiero para siempre.

《...》

Era Lunes por la tarde cuando Jona ingresó a la habitación que compartía con el castaño, se había dirigido a su propia cama guardando silencio, creyendo que el menor estaría durmiendo.

Últimamente Matt se encontraba un poco distante otra vez, lo poco que habían avanzado en su intento de amistad en tres días, se había esfumado de repente cuando el menor dejó de hablar nuevamente.
Matt no hablaba mucho de por sí, pero esta vez era distinto, su silencio era filoso. Los amigos de Jona insistían en que debería dejarlo en paz, pero algo le impedía alejarse.

Quizás era que se veía reflejado en él, en su mirada vacía y sus ojeras enormes, en esos labios hechos pedazos y esos debiluchos brazos marcados por cicatrices.
O quizás era la esencia de Matt, un aura mágica lo rodeaba cada vez que se acercaba al de cabello castaño. Una energía a forma de plantas enredaderas lo atrapaba cuando Matt se atrevía a hablar, contando cosas increíbles sobre flores hermosas e inmarcesibles, sobre polvo de estrellas y atardeceres celestes; un universo diferente.

Jona se acercó a la cama ajena, con la intención de observar sus rasgos, intentando imaginar aquel mundo onírico en el cual Matt vivía mientras dormía, y al cual visitaba a veces incluso despierto.

No pasó mucho tiempo hasta que notó el carmesí en las frazadas grises.

Una sensación de parálisis le invadió de repente, el estruendo de muchas teclas de piano siendo presionadas a la misma vez con una fuerza inimaginable.
Su corazón empezó a golpear su pecho con fuerza, el pánico se apoderó de él entonces y sus manos desesperadas tomaron las frazadas, destapando el cuerpo inerte del joven.

Tan frío como la muerte misma.

Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver la escena, los brazos empapados en sangre fresca que continuaba brotando.

《Las flores no eran inmarcesibles》

Jona lo tomó entre sus brazos para mantenerlo cerca, lo abrazó con fuerza, como si de esa forma pudiera evitar que la vida se escapara fuera de su cuerpo.

―¡Kim! ―gritó con desespero intentando captar la atención de la enfermera―. ¡Ayuda! ―su garganta ardió ante aquel grito desgarrador y empeoró cuando los demás gritos siguieron, tapando el ruido de los pasos apresurados que se acercaban hasta la habitación, haciendo eco en cada rincón de los pasillos.

Varias enfermeras y enfermeros se adentraron a la habitación con rapidez, y al ver lo que sucedía no demoraron en poner manos a la obra intentando auxiliar al castaño mientras esperaban la camilla para poder trasladarlo y atenderlo de mejor forma.

Jona observaba todo, paralizado, sus ojos desbordantes de lágrimas no conseguían despegarse del menor y su boca dejaba salir sollozos que le dejaban sin aire, estaba aterrorizado, temblando, y aunque su mente no era capaz de procesar correctamente la situación, la culpa no tardó en invadirle por completo.

Observaba su cuerpo, sus muñecas con aquellas heridas tan grandes, la sangre que se mantenía en todas partes como si el artista hubiese derramado tinta sin querer, y por unos instantes su mente quiso esforzarse en creer aquella burda mentira, una obra de arte que salió mal era la causante de esto.

Tan sólo era pintura diluida, Matt sólo dormía, pronto despertaría y volvería a mirarlo con aquellos ojos avellanas tan cansados, alzaría su voz ronca impidiendo que las enfermeras arrastraran a Jona fuera de la habitación, le pediría que se quedara allí a su lado.

Pronto...

Pronto Matt volvería...

¿Verdad?

Oniria.  [Sycholls] Where stories live. Discover now