21. Usted es mi punto y a parte

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Me llevo la taza de café a los labios y levanto la mirada cuando escucho pasos por el pasillo.

Son las 5:30 de la mañana, y la casa está helada.

La niebla todavía envuelve la ciudad, y el mundo parece tan gris como me siento.

Levanto la mirada para verla salir por el pasillo que va de mi habitación a la sala. Se ha recogido el pelo en una coleta y se ha lavado la cara. Objetivamente, me doy cuenta de que se ve como un desastre.

Por eso, me odio por el salto errático que da mi corazón cuando sus ojos encuentran los míos.

- ¿Café? – Le pregunto. Exhala un suspiro largo, y se limpia rápidamente una lágrima solitaria que cae por su mejilla

- ¿Me vas a perdonar algún día por esto? – Pregunta

No puedo tener esta conversación mirándola a los ojos.

Me levanto de donde estoy y voy a la cocina por una taza que lleno de café. No del bueno de la prensa con vainilla y amor, sino del regular de cafetera que está amargo como hiel.

Le tiendo la taza humeante.

- Usted me dijo una vez que no pidiera perdón por ser sincero, y supongo que aplica también para usted – Le respondo. Se deja caer en el sillón vecino al mío y toma un sorbo de café.

Está horrible, pero supongo que la necesidad de cafeína es más apremiante que el disfrute en este momento.

- No soy de los borrachos que pierden la memoria – Susurra – Así que recuerdo todo lo que te dije y todo lo que me dijiste, y creo que es algo que amerita pedir perdón

- Está bien, Laura – Le respondo.

Jadea.

No me doy cuenta de que he dicho su nombre hasta después. Nunca la había llamado por su nombre y se siente raro, ajeno. Frío.

Exactamente como debería.

- No sé cómo solucionar esto – Confiesa, y se le quiera la voz en la última palabra.

Se me rompe el corazón por millonésima vez mientras la miro.

Se abraza a sí misma como si se estuviera congelando, aunque si se siente en algo como yo, es seguro que ese frío no proviene del exterior. Sin embargo, tomo un jersey olvidado del espaldar del sofá en el que estoy y se lo pongo sobre los hombros. Me arrodillo delante de ella y le tomo las manos.

- ¿Sigue enamorada de él, Lola? – Le pregunto simplemente.

En sus ojos parpadea un destello del recuerdo de cuando ella me hizo esa pregunta hace 8 años, y mi respuesta sincera terminó por rompernos el corazón a los dos.

- Sí – Responde con la misma sinceridad con la que yo lo hice en esa ocasión.

Dejo una caricia suave y cariñosa sobre sus nudillos antes de soltarla.

Me pongo de pie y vuelvo a mi sofá.

- Entonces, bien. No hay que solucionar esto. Nadie la puede obligar a dejar de amar al hombre que eligió como su esposo de un día para otro

- ¿Y qué pasa con lo que siento por ti?

- Nada, porque no es suficiente para hacer que se quede – Le respondo.

Porque amar es mucho más que enamorarse, y el amor es más que dar, hay que quedarse.

Ja. Deberíamos pensar dos veces en la mierda que escribimos.

Se le escapa una lágrima, pero esta vez no la seca. Me permite verla destrozada, y en una mujer con su fuerza es un acto de humildad que aprecio. Creo.

- Y me encantaría ser más sofisticado y de mundo, pero en lo que se refiere a usted, no soy capaz de conformarme con menos de lo que quiero. Y lo quiero todo, Lola. Todo

Me mira a través de sus lágrimas, y le permito que lo haga.

Sé lo que está viendo: Mi pelo revuelto por las cien veces que he pasado los dedos a través de él con desesperación. Mis ojos rojos por el llanto y la falta de sueño. La tristeza absoluta en mi cara.

En realidad, somos un reflejo bastante absurdo uno del otro.

- No mereces menos que eso – Me dice – Y si te sirve de algo, me odio a mí misma por no ser capaz de dártelo

- No lo haga – Niego con la cabeza – Usted me dio la inspiración de una vida en los días numerados que tuvimos.

Decirlo en pasado duele. Creo que ella siente lo mismo, porque baja la mirada a sus manos entrelazadas.

- Gracias por no gritarme a la cara las dos verdades que me merezco – Me dice – Gracias por ser tú, y por no rendirte conmigo. Siento que todo lo que hice fue rompernos el corazón a los dos, pero de alguna manera no me puedo arrepentir del todo

- No lo haga. Nos debíamos una segunda oportunidad, aunque igual que la primera, fue a destiempo

- Dicen que la tercera es la vencida

Me las arreglo para sonreír.

- Usted es mi punto y aparte, Lola. El que va a antes de otro capítulo, pero nunca es el final del cuento. Estoy seguro de que habrá algo más para escribirnos, solo que no ahora

- Punto y aparte, Villa

- Punto y aparte, Lola.

Se termina el café.

Sube las mangas de mi jersey hasta sus codos mientras se pone de pie.

Se inclina hasta donde estoy sentado y me mira por un segundo, como memorizando mis rasgos. O eso creo, porque es lo que estoy haciendo yo.

Prefiero recordarla sonriendo.

Acaricia con dulzura el borde de mi cara y deja un beso suave y breve sobre mis labios.

Y entonces se va. 


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Un extra chiquito porque se lo prometí a majoman97. Publicado a las 10, porque es la hora a la que se debe llorar según Pao17o9.

Gracias a Amolasmargaritas porque también vota siempre. 

Gracias por acompañarme en esta historia que he adorado escribir, y por reírse y llorar como unas locas igual que yo! 

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