Capítulo 7 : Cian Treacy y Walter

112 32 254
                                    

Unos pequeños copos de nieve comienzan a llover del techo con suavidad, en el momento que intento tocar uno de ellos con el dedo no se desvanece sino que lo traspasa hasta desaparecer en la mesa

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Unos pequeños copos de nieve comienzan a llover del techo con suavidad, en el momento que intento tocar uno de ellos con el dedo no se desvanece sino que lo traspasa hasta desaparecer en la mesa. Cian camina y camina sin que nosotros podamos ver el rumbo. ¿Ahora no le apetece transformarse o es que ya está agotado?

Un edificio revestido de madera azul oscura y tejados negros cubiertos por una capa fina de nieve se forma ante nuestros ojos con la ayuda de las farolas con luces doradas. Una casa con ventanas enormes y un porche en el que cuelgan una serie de kristales luminosos. Cian decide asomarse ligeramente por una de ellas y entre las cortinas grises se puede ver a una señora de pie con un vestido verde oscuro meciendo algo entre sus brazos. Sí, un bebé de piel blanca con los ojos cerrados y casi dormidito.

—Disculpa, ¿puedo ayudarle? —inquiere una voz masculina y profunda. Cian se aleja de la ventana algo cohibido, justo delante tiene a un señor de unos treinta años de ojos azules tapado con una gran bufanda de lana y cabello castaño perfectamente recortado—. Hola, sabio Cian, ¿qué le trae por aquí?

—Vengo a dar una noticia a la familia Parker —contesta el hombre con seguridad.

—Bueno, aquí estoy. —El hombre saca sus manos de los bolsillos del abrigo y sonríe—. Soy Hector Delaine, pero desde hace un par de meses soy el marido de Evelyn. Seguro que tiene que ver con ella la noticia, ¿la habéis localizado? Desde el desayuno que no aparece, se habrá entretenido salvando a algún animalillo de esos que tanto le gustan...

Hector camina hacia el porche seguido de un Cian que cruje sus nudillos visiblemente nervioso. Me imagino el lío en su cabeza sobre cómo contarle a ese amable hombre que su mujer estaba muerta y que tenía un amante...y...¡Un momento! ¡El bebé! ¿Es el primer elegido de la profecía? Cian dijo antes que creía haber encontrado a la pareja. ¿Son ellos, no?

—Puede ir pasando. Mis suegros están en el salón de estar aunque creo que eso ya lo sabe —dice con una leve risilla—. Acomodo mi abrigo y bufanda y regreso. —Hector continúa a lo largo de un pasillo hasta que desaparece.

Cian traga fuerte y tras crujirse de nuevo los nudillos toca con estos en la puerta entreabierta de la sala. Un gruñido oscuro parece indicarle que entre o al menos así lo toma el sabio. La señora sigue con el bebé en sus brazos y nos indica con un gesto que no alcemos la voz mientras le mece tranquilamente. Ups, estoy tan metida que creía que me lo decía a mí también.

En la sala de paredes de listón marrón oscuro y techos blancos acuosos se respira un aire de tranquilidad, tendrá que ver el crepitar de la vieja chimenea de leña cuyas llamas están más agitadas que el corazón de Cian. Un señor de cabellos oscuros con ligeros mechones canosos fuma una extraña pipa de la que emana un humo azul y lee un libro con el ceño fruncido sentado en un sillón verde oscuro.

—Buenas tardes, señor Treacy —saluda con una sonrisa, a mi opinión, bastante forzada—. ¿Cómo usted por aquí?

—Ha habido problemas —dice con un hilo de voz.

Reino Kristal : Orígenes [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now