Capítulo 1: Quizá la culpa fue de los muffins

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—Esto es una broma —sentencié.

Todas las personas de la sala me miran con cierto hastío.

—Eres la primera que no exclama un "¡guau!" cuando ve el arte de Celeste —comenta la chica de la coleta exagerando las vocales de la onomatopeya.

¿Decir "guau"? Una mierda, esto es una broma que han organizado Meredith y sus amigas para grabarlo y quedar como loca... Porque, claro, los aspersores pueden formar con las gotas del agua la forma de mi cara en el aire. Sin pensarlo mucho, huyo de la sala hasta llegar a mi cuarto mientras intento asumir lo que acabo de ver. ¡No asumo nada, esto es de locos! ¿En qué momento le tiré el batido a Meredith? Ahora ha armado todo este circo para tomarme el pelo o... ¿ puede ser? Me pellizco el brazo desnudo con fuerza.

—¿Por qué has venido aquí? Estábamos teniendo una conversación.

Suelto un grito asustada. El chico rubio que antes estaba en mi salón me sonríe coquetamente con los brazos cruzados, marcando aún más sus fuertes bíceps.

—¿Cómo has llegado tan rápido? —le pregunto desconcertada. Mi cuarto es una de las estancias más alejadas del salón, hay que recorrer como dos tramos de escaleras y he venido corriendo—. Es imposible.

—Te hemos dicho que en el reino Kristal tenemos poderes...

—No, no, no, no —le corto antes de que me vuelva a soltar otra sarta de estupideces—. Tú y tus bromas marcharos de aquí. Díselo también a los personajes de ahí abajo.

Le intento empujar fuera de mi habitación, pero no le muevo un solo milímetro. Es un bloque de masa bastante alto. Él suelta una risita y eso me enfurece aún más, ¿quién se cree?

—Me haces cosquillas.

Encima se burla de mí. Le doy una sonora bofetada que le deja con los ojos brillando de la sorpresa y la boca abierta. Está bien, creo que me estoy poniendo histérica. No importa.

—¡Fuera de mi habitación ya! —chillo remarcando bien mis palabras para que me entienda—. Dile a Meredith que no me lo creo y que ya tendremos una charla ella y yo.

—¿Quién es Meredith?

Él da un paso atrás, atemorizado, al ver que vuelvo a alzar la mano y en lugar de usarla, le echo de una patada en el estómago fuera. Ni yo misma sé cómo moví a ese chico. Cierro con un portazo y me tiro en la alfombra blanca. Respiro profundamente pensando en todo lo que ha pasado desde ayer, cuando juré ver a este mismo chico escondido en un cubo de basura, hasta ahora mismo. Igual así averiguó en qué momento me han podido echar droga en la comida como para ver lo que he visto hace unos momentos.

Ayer me expulsaron del instituto. Otro más. Meredith y su corrillo de divas con cerebro de mosquito me provocaron; sólo sueltan tonterías por la boca, pero, esta vez, se metieron con mi único amigo, Matthew, en esta ciudad, una de las tropecientas en las que he estado. También me encontraba de mal humor aunque eso no es por lo que le hice eso a Meredith.

Reino Kristal : Orígenes [EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now