diez.

1.5K 249 179
                                    

Para Baji no fue nada fácil el tener que consolar al menor entre sus brazos aquel día. Aprendió que este guardaba todo lo que verdaderamente sentía tras una sonrisa y una amabilidad infinita. No dejaría que vuelva a pasar por lo mismo otra vez.

Incluso si luego le había pedido que se olvidara de lo ocurrido, no podía simplemente ignorar el hecho de que su amigo tuviera que luchar con sus emociones solo.

Hace cuatro meses había conocido a Chifuyu, y durante todo este tiempo, ambos chicos aprendieron cosas del otro; se complementaron con facilidad y formaron un lazo gigante poco a poco.

Baji se sintió liberado de aquel sentimiento extraño que tenía por el de orbes claros luego de unas semanas de lo que ocurrió con la madre de aquel.

O al menos, eso era lo que creía.

─¡Wow! ─Escuchó cómo uno de sus amigos de la infancia estaba halagando a Chifuyu.

Hace una semana atrás, el pelinegro había entrado por casualidad a la panadería en donde trabajaba el ojiazul. Desde aquel entonces, se ofreció para hacerle compañía hasta la parada en donde tomaba su tren para volver a casa ─ya que el lugar de su trabajo quedaba un poco cerca de donde vivía─.

─Qué... qué lindo eres. ─El chico de cabello negro con mechones rubios continuaba admirándolo. Chifuyu sólo estaba quieto en su lugar sin decir una sola palabra y con sus mejillas ligeramente ruborizadas por la atención que el más alto le estaba brindando.

Mientras iban de camino hacia la parada del tren, se había encontrado con sus amigos de la infancia; Kazutora, Mikey, Draken y Mitsuya.

─Lo vas espantar. ─Habló el de cabello púrpura, alejando al chico que estaba enfrente del rubio─. Mucho gusto, soy Mitsuya Takashi. ─Se presentó, tendiendo su mano hacia su dirección─. Baji me ha hablado mucho de ti. Es un gusto al fin conocerte. ─Una grande sonrisa se dibujó en su rostro al haber pronunciado aquellas palabras.

Por otro lado, Baji estaba planeando la muerte de su amigo internamente porque sabía con qué intención había dicho aquello.

─Hola, soy Mikey... Y él es Kenchin. ─El más bajo de todos habló, señalando al tipo que tenía un tatuaje en su cabeza.

─¿Qué crees que haces? Yo me puedo presentar solo. ─Gruñó. Aquel chico lucía como alguien rudo e imponente─. Soy Draken, mucho gusto. ─Imitó la acción de Mitsuya y extendió su mano, regalándole una sonrisa.

Era curioso cómo la apariencia temeraria de hace tres segundos atrás, cambió radicalmente después del saludo, transmitiendo un ambiente de paz absoluta.

─Hola. Soy Matsuno Chifuyu. También es un gusto conocerlos. ─Respondió, inclinando un poco su cabeza hacia los chicos que tenía enfrente.

─Yo soy Kazutora. Hola. ─Tomó las manos del rubio entre las suyas, observándolo con fascinación─. Tengo diecinueve años. Me gustan las bananas y... tus... ojos.

De manera inmediata, su cuerpo fue empujado por el cuerpo del azabache, quien lo observaba con seriedad.

─Lo vas a intimidar. ─Atacó, tomándolo por los hombros para alejarlo. Sin embargo, el mayor puso resistencia e intentó contraatacar.

─¿Qué? Pero si le caí bien. Incluso mejor que tú. ─Respondió, frunciendo ligeramente su entrecejo.

─Que no. Aléjate. ─Volvió a insistir y a atacar, gruñendo en voz baja.

Una risa los hizo parar su pequeña pelea y ambos chicos giraron su rostro para encontrar al de orbes celestes riendo mientras tapaba su boca con una de sus manos

─Parecen... niños pequeños... ─Intentó pronunciar de manera que fuera posible entender, puesto a que su risa no se lo permitía.

Baji sólo lo observó desde su sitio mientras que Kazutora sonreía con ternura al ver aquella sonrisa en el rostro fino del menor.

───

La sorpresa que se llevó el de ojos cafeses al ver al chico de mechones rubios en la entrada de su colegio, junto con sus demás amigos, fue inmensa. No pensó en la posibilidad que existía de que fuera hasta allá sólo para ver a Chifuyu.

─¡Hola! ─Saludó el mayor con un grito, regalándoles una sonrisa.

─¡Kazutora! ─Observó cómo el más bajo caminaba hacia su dirección y también se marcaba una sonrisa en su rostro. Ambos chicos parecían estar cómodos el uno con el otro.

─Hola... ─Saludó el azabache mientras se acercaba a sus amigos. Le parecía increíble que Kazutora sea capaz de sentir que alguien le gustaba y aceptarlo de inmediato.

No, no era sólo eso. Le parecía increíble que Kazutora aceptara sus gustos por otra persona y sea capaz de expresarlo sin algún problema, sin siquiera importarle que hayan pasado apenas un par de días desde que conoció al ojiazul. Su amigo simplemente era capaz de hacer dos cosas importantes que él no ha podido hacer durante varios meses.

Se sentía como un cobarde y sabía que lo era. No hay nada más patético que sentir atracción por una persona e ignorar aquello sólo porque es de tu mismo sexo. ¿Desde cuándo tenía esos pensamientos? Jamás le pareció mal que existan personas con gustos y pensamientos diversos, entonces, ¿por qué si se trataba de sí mismo era incapaz de aceptarlo? ¿Por qué?

"¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?"

Se repetía varias veces en su cabeza.

─¿Te gusta el peyoung yakisoba? ─Escuchó una voz hablándole a su lado.

─¿Eh? ─Desvió su mirada hacia la persona la cual le había hablado y observó a Chifuyu señalando los empaques en los que venía la comida que había mencionado. No supo en qué momento habían llegado hasta aquella tienda y se sorprendió por no darse cuenta─. Oh, sí, pero ahora no traigo dinero para comprar.

Su respuesta no hizo que el rubio se detuviera para tomar la comida y extendérsela con una sonrisa marcada en el rostro.

─Entonces vamos a compartirlo. ─Habló, empezando a caminar en dirección a la caja─. Yo te doy el dinero pero tú lo pagas, ¿bien? Me da vergüenza hacerlo.

Le siguió el paso por detrás, admirando lo pequeño que era y pensando en lo que estaba perdiendo por sobrepensar tanto las cosas.

.

|| 𝐇𝐄'𝐒 𝐉𝐔𝐒𝐓 (𝐧𝐨𝐭) 𝐈𝐍𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔. ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora