ocho.

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Chifuyu y Baji estaban disfrutando de su momento juntos. Aquel día había llegado de una manera tan lenta que se podía llamar tortura.

El de ojos celestes le había avisado a su mejor amigo que saldría en la tarde y no volvería hasta la noche, haciéndole saber también que podía cenar sin él.

─Entonces no vives con tus padres... ─No se dio cuenta de en qué momento habían empezado a charlar sobre sus vidas privadas. Aún así, no le incomodaba para nada─. Yo tampoco... ─Una sonrisa se dibujaba en su rostro mientras pronunciaba aquellas palabras.

─¿También porque ellos trabajaban mucho y te dieron tu propia casa para que empieces a independizarte? ─Preguntó el de orbes cafeses. Le daba mucha curiosidad saber sobre la vida del contrario; cómo fue que terminó viviendo con Inui, por qué es tan apartado de la gente (a veces llega a creer que les tiene miedo), por qué está trabajando y estudiando a la misma vez... Eran tantas cosas que quería saber pero también le daba un poco de pena preguntar tanto.

─Nop. Me mudé... Bueno, técnicamente abandoné a mi madre... No, ella me abandonó primero... ─Su mirada lucía bastante pensativa, como si tratase de averiguar cuál situación fue la que ocurrió primero. El más alto sólo lo observaba expectante a alguna otra cosa que quisiera añadir. No hubo más.

─¿Sí? ¿Entonces te mantienes tú solo?

Le respondió afirmativamente con un movimiento de cabeza.

"Entonces no tenía padres que vigilaran por su bienestar, por lo que, posiblemente Inupi sea el que ha estado cuidando de él todo este tiempo".

Pensó.

Se mantenía tan absorto en sus propios pensamientos que ni siquiera notó cuándo el rubio había parado su caminar.

Tampoco se dio cuenta del cuerpo que tenía enfrente suyo, el mismo que chocó sin querer.

─L-lo siento, señora. ¿Está bien? ¿Le hice caer al...

No le estaba prestando atención.

La rubia sólo tenía su mirada fija en la persona que se encontraba a sus espaldas.

─¿Chifuyu? ─Susurró sin apartar la vista de la figura del menor. Había empezado a caminar con lentitud hacia el chico que se encontraba estático en su lugar. Este tenía su mirada perdida, era inexpresiva. Casi podía decir que no se trataba del mismo Chifuyu que conocía.

Unos cuantos segundos pasaron, justo antes de que la palma de la mano de la mujer, estrellara contra la mejilla del rubio. La gente que se encontraba a su alrededor había centrado su atención en esas dos personas. La mayor estaba llorando mientras que Chifuyu sólo miraba al suelo.

─¿¡Cómo te atreviste a abandonarme?! ─Gritaba entre lágrimas, haciendo que el menor se sobresaltara y la mirase a los ojos─. ¿¡Acaso todos los golpes que aguanté por tí no fueron suficientes para hacer que te quedes a mi lado?! ─Nuevamente le dio una cachetada, esta vez en el lado opuesto a la primera.

Baji sólo se encontraba mirando todo desde su puesto en un estado de shock. No sabía qué era lo que pasaba, pero, cuando la mujer quiso volver a golpear al rubio, este la detuvo sujetándole la mano y liberándola un segundo después.

Sin pensarlo más, tomó al más bajo por la muñeca y empezó a alejarse de ese lugar, escuchando los gritos de la contraria a sus espaldas.

───

Durante todo el camino se mantuvieron en silencio. Ninguno se notaba con algún interés en crear una charla y estaban bien con eso.

Cuando llegaron a la casa del azabache, Chifuyu ni siquiera se percató de aquello. Sólo dejaba que su amigo lo guiase hacia donde él quisiera.

─Oye. ─Escuchó cómo lo llamaba justo antes de abrir la puerta de la entrada. Elevó su mirada y se encontró con la ajena─. ¿Estás... bien? ─Se sentía tonto al preguntar eso, pero era necesario. No quería sacar conclusiones por sí mismo sobre cómo se estaba sintiendo el menor después de lo ocurrido hace una hora atrás.

─Mmh... ─Murmuró, elevando sus hombros.

Baji sólo abrió la puerta y le permitió el acceso. Un minuto después, estaban tumbados en el mueble de la sala, sin decir una sola palabra. Sólo tenían su vista sobre el techo.

─¿Crees que se haya arruinado esta cita? ─Preguntó el rubio, escuchando a su contrario negar─. ¿Podemos tener otra en donde acabe mejor que esta?

Suspiró.

─Bien. Con una condición. ─Dijo, elevando su dedo índice frente a su rostro─. Tienes que decirme cómo te sientes por eso que ocur...

Sintió los brazos del adverso colocarse sobre su regazo, tapando su rostro con los mismos. Se quedó inmóvil en su sitio, conteniendo su respiración porque aquella acción lo había tomado por sorpresa total.

─Estoy bien. ─Lo escuchó murmurar. No hubo una respuesta de vuelta, por lo que el menor dedujo que este no le creía.

Dejó su rostro nuevamente descubierto y le regaló una sonrisa, esperando a que de esa forma pudiera creer en lo que decía. El pelinegro llevó su mano hacia la cabeza del menor, dejándola descansar allí unos cuantos minutos.

El silencio nuevamente los inundó; era abrumador pero a la vez se sentía ligero. No sabía qué decir ni qué hacer. Sólo dejó que el más bajo reposara la cabeza por unos minutos en su regazo y se limitó a observarlo hasta que fue él mismo quien rompió el momento cuando se puso de pie.

─Gracias por preocuparte. ─Agradeció, inclinando un poco su cabeza y dispuesto a marcharse del lugar.

─Sí... ─Respondió. El mayor aún no se encontraba totalmente seguro de la respuesta que había obtenido por parte de Chifuyu. Aún notaba cómo su mirada seguía perdida, incluso si una pequeña sonrisa se marcaba en su rostro.

Suspiró.

─No eres bueno mintiendo. ─Dijo, tomándolo por la muñeca y atrayendo su cuerpo hacia el suyo para poder envolverlo en un suave abrazo.

Esa acción fue la que terminó por romper al rubio, arrebatándole las lágrimas y los lamentos que había estado intentando ocultar durante todo ese tiempo.

.

no, ya. esto fue necesario para fortalecer su amistad pero esTOY LLORANDO. %¡÷¡%¿%¡

|| 𝐇𝐄'𝐒 𝐉𝐔𝐒𝐓 (𝐧𝐨𝐭) 𝐈𝐍𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔. ||Where stories live. Discover now