Capítulo 10

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Alexa

Bajé las escaleras con prisa, mi respiración estaba agitada, por un segundo me había olvidado de pensar, solo me había dejado envolver por la familiaridad de su cercanía y me había entregado por completo a la situación, me sentía como una imbécil porque de ese mismo modo me entregué a Xavi y terminó haciendo conmigo lo que le dio la gana.

El cosquilleo constante en mi entrepierna no me permitía borrar el maldito recuerdo de mi mente.

Llegué a la cocina y caminé de un lugar a otro, estaba molesta, porque estaba incumpliendo mi promesa por culpa de ese fulano, se supone que cuando te entregas a una situación sin medir las consecuencias es porque confías en la otra persona.

¿Yo confiaba en AR? No, no, no, cómo iba a confiar en alguien a quién acababa de conocer, es de locos.

Tomé varias respiraciones intentando calmarme, de la nada un pensamiento vino a mi mente: mi hermana.

Toqué los bolsillo de mi short en busca de mi iphone y nada.

- ¡Mierda! Lo dejé allá arriba.

Anduve hasta la sala y tomé el inalámbrico que estaba cerca del televisor, marqué el número de mi hermana y nadie contestó, marqué el de Kike y tampoco.

- Pero qué mierda hacían esos dos - murmuré enojada.

Fui a la cocina y tomé hielo del frigorífico, lo envolví en un paño y subí arriba. Instalé una mirada neutra en mi rostro y entré a la habitación. AR se encontraba en la cama inclinado un poco hacia atrás apoyado sobre sus manos. La toalla aún decoraba su cuerpo y maldije en mi interior.

¿Por qué no se podía vestir? Lo hacía para provocarme, de eso estaba segura, pero esta vez no obtendría ninguna reacción por mi parte

Me acerqué a él y le tendí el hielo.

- ¿En serio? Me haces esto - señalo su rostro -, y encima quieres que me cure yo mismo, qué cara - reprochó.

Bufé y me senté a su lado. - Aquí el único cara dura eres tú. - Le pegué el hielo con rabia.

- Vaya, que ruda - declaró con burla.

- Imbécil - dije y repetí la acción de hielo, provocándole un atisbo de sonrisa que esfumó tan rápido como había llegado.

- Puedo preguntarte algo.

- No.

- Te haré la pregunta de todos modos. - Rodé los ojos -. Responde con la verdad.

- No estoy obligada.

Su mano apartó la mía gentilmente de su rostro y giró su cuerpo hacia mí, su mano aún sostenía la mía, sus ojos azules me engulleron y por un instante dejé de pensar en todo.

- ¿Tienes novio?

Su pregunta me hizo volver junto con millones de recuerdos que alejé en cuanto mi corazón comenzó a doler. - No - respondí con vehemencia.

- ¿Estás segura?

- Por supuesto. ¿Por qué lo preguntas?

Su mano se apartó de la mía. - Por nada, solo quería saber si dentro de poco habría otro burgués merodeando por aquí.

Molesta me levanté de un tirón y le tiré el hielo. - No, no tienes de que preocuparte no habrá ningún burgués merodeando. Se acabó la humanidad, cúrate tu mismo si quieres, a mi me da igual.

Emprendí mi camino hacia la puerta necesitando con urgencia salir de allí. ¿Qué me estaba sucediendo?

- Alexa - la voz de AR me detuvo a mitad de camino. Me giré cabreada.

Almas Quebradas Where stories live. Discover now