Capítulo 4

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Alexa

Sonreí pensado en la mirada que ese imbécil me había dedicado, ¿en serio creía que podía intimidarme?, había asistido a clases de defensa personal, si era valiente que viniera a enfrentarse a mi.

Imbécil.

Lo raro de todo era lo conocido que me resultaba, era como si lo hubiese visto antes, pero no recordaba dónde ni mucho menos cuándo.

Llegué a la casa y entré por la puerta. Caminé hacia el salón y encontré a mi hermana hablaba por su celular.

— Si nos vemos mañana, te amo — se despidió y supe que hablaba con Kike, se dejó caer en el sofá y me miró con el ceño fruncido para luego divisarme mejor y cambiar su expresión confundida, a una divertida, señaló mi camisa manchada.  — ¿Qué te sucedió?

— Mejor no preguntes — le recomendé sentándome en el sillón a su izquierda. — Porque si recuerdo el incidente de nuevo voy a perder la paciencia.

— Vale, vale no pregunto. ¿Tomaste algo de aire? — preguntó.

— No he podido, fui a una cafetería a comer y un imbécil me echó refresco encima — comenté.

— Ni siquiera tuve que preguntar por segunda vez, tu sola me contaste — me hizo saber con una sonrisa pícara.

Solté una pequeña risa — Si al final te lo conté — anuncié ida.

— Quisiera saber por qué — habló y  un brillo raro resaltaba en sus ojos.

La miré con el ceño fruncido — Voy a cambiarme e iré a caminar por ahí — dije levantándome y yendo hacia las escaleras.

— Ok, no me cuentes nada.

— No hay nada que contar — le aseguré y subí la escaleras.

Después de cambiarme salí de nuevo y caminé en sentido contrario para ver a donde me llevaba esta dirección. El aire azotaba mi cara y movía mi cabello. Busqué en mi bolso mis audífonos y mi celular. Me los coloqué y puse "play" a la última canción que escuchaba, "Nada que perder" del grupo "Pignoise" inundó mis oídos.

Caminé sin rumbo dejándome llevar por el ritmo de la canción. Después de esa se comenzó a escuchar "Don't let me down" de "The Chainsmoker y Daya".

Recuerdos llegaron a mi mente, recordé cuando conocí a Xabi en ese fiesta de cumpleaños de Ofelia, como su personalidad me había llamado la atención y al instante sentí que ya era suya y que le pertenecería por siempre, fue una sensación mágica, pero mágicamente falsa, pensé con amargura.
Reviví el día en que se lo presenté a mis padres y mi papá le dirigió una mirada de pocos amigos, y él con seguridad en lo que sentía por mi, sostuvo mi mano y le dedicó una hermosa sonrisa a mi padre, ahí estuve convencida de que lo nuestro era para siempre, que pena que me decepcionaste, te lo pedí tanto, así como mismo dice la canción: don't let me down, pero al final me decepcionaste, me fallaste y en el peor momento de mi vida, cuando necesitaba a alguien para llorar, desahogarme y decirle que a pesar de que mi padre era un cabronazo, hijo de puta, aún le quería, que le echaba de menos y luchaba con las ganas de llamarlo y perdonarlo, de seguro si estuvieras aquí me apoyarías en mi decisión y me ayudarías en mi lucha para no llamarlo, pero no estás y jamás estarás de nuevo, aunque me muera por dentro, me encargaré de eso.

Me encontré soltando agua por la nariz, sorbí; en ese minuto supe que estaba llorando y me maldije por ello. Xabi no se merecía ni que le recordara, ni que le llorara, pero eran dos cosas contra las cuales se me hacia imposible batallar.

Caminé buscando un sitio tranquilo para sentarme y relajarme. Un bosque se extendía a mi derecha y decidí ir hacia él. Caminé y me sumergí, apartaba ramas y miraba bien por donde pisaba, no quería tener un accidente y ser encontrada 3 días después.

Luego de pasar 30 minutos andando encontré un claro. Había un solo árbol en la zona central. Era hermoso y frondoso, con un verde oscuro que combinaba con las pequeñas y dispersas plantas que le hacían compañía en este solitario y bello lugar. Sonreí, pues este lugar era perfecto y todo lo que necesitaba en este momento, me senté bajo la sombra del árbol y sentí como una extraña melancolía me atrapaba, pero no provenía de mí, sino del lugar, era como si el claro sintiera la ausencia de alguien, así como yo sentía la ausencia de Xabi y mi padre, en ese instante me sentí muy conectada a este sitio y ese minuto lo adoré y se convirtió en mi lugar favorito del pueblo.

Dejé mi bolso al lado y cerca de este, encontré una colilla de cigarro contaminado la pureza de este lugar, la tiré lejos y me relajé. Continué escuchando música y recordando, eran muchos recuerdos y cada uno más doloroso que el anterior.

Coloqué mis rodillas a la altura de mi pecho, escondí mi cabeza en mis piernas y me permití llorar. No aguantaba más, demasiados momentos especiales e importantes, que ambos habían tirado a la basura sin ningún problema ni remordimiento. Lloré con fuerza y ganas, lloré hasta quedarme vacía y no sentir nada más.

~~~~~~~~

Un cosquilleo en mi brazo derecho, me despertó, giré mi cabeza, aún apoyada en mis piernas, y mis ojos se encontraron de frente con un araña, grité y me levanté rápidamente agitando el brazo para que la araña saliera volando. Cuando no sentí nada acerqué mi brazo a mi y lo examiné.

Libre de bichos, suspiré de alivio y cerré los ojos intentado quitarme esa sensación de mal despertar.

Después de pasada la adrenalina provocada por el temor, sentí un  enorme dolor en mi espalda y cuello. Estiré mi espalda y moví mi cuello con la intención de disminuir el dolor pero aún seguían ahí.

— Ufff — me quejé mirando al cielo y mis ojos color café casi se me salen de las órbitas al contemplar que la noche había caído.

— No puede ser — lloriqueé. Tomé mis cosas del suelo y miré mi celular.

Tenía 3% de carga. Genial

Eran las 11 de la noche, Dios, Alex debe estar extra-preocupada. Intenté llamarla, pero aquí no había cobertura, genial, vaya día llevaba.

Encedí la linterna de mi celular y comencé a regresar por donde mismo había venido rezando para que mi teléfono no se apagara y para encontrar rápido la carretera.

Sobre todo rezaba mucho para que no me apareciera ningún animal, porque podía defenderme de un ataque humano, pero de uno animal, no creía que pudiese.

Aunque por esta zona no debe haber animales peligrosos, pero mi suerte hoy era tal, que quizás si me encuentre a un animal de esos.

Asustada caminé aún más rápido y encontré la carretera en unos 15 minutos, pero al parecer la noche me había confundido, pues estaba en otra carretera muy distinta a por la que había entrado al bosque, aunque bueno, al menos ya no estaba en el bosque, tenía que ver el lado positivo de las cosas, comencé a caminar sin saber dónde estaba, ni a donde ir. Decidí llamar a mi hermana decirle que estaba bien y mandarle mi ubicación para que me viniera a buscar.

Coloqué el celular en mi oído pero no emitió ningún sonido. Con el ceño fruncido lo quité de mi oreja y lo miré. La pantalla estaba negra.

Súper, se me había apagado.

Bajé unas escaleras y un túnel me recibió. Estaba iluminado de forma opaca, pero tenía suficiente visión como para saber que estaba rodeada de maleantes.

No podía ser, yo repudiada a ese tipo de gente, mi instinto se puso en modo alerta y el bello de mi piel se erizó.

Caminé lo más rápido que pude quizás después del túnel todo fuese a mejor. Por eso que dicen de la luz al final del túnel, pero yo, en mi manía de mirar hacia los lados y no hacia adelante tropecé con alguien.

¡Mierda!

Levanté la vista, lista para disculparme y seguir mi camino, pero al hacerlo mi mirada tropezó con los mismos ojos azules que me habían mirado con indiferencia y frialdad esta tarde en la cafetería.

¡Doble mierda!

Mis ojos se abrieron de sorpresa y horror.

Definitivamente hoy era mi día de mala suerte.

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