Capítulo 1.

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Para las dos personas que nos enseñaron lo poderoso que es el amor, la verdad qué hay en las mentiras, la batalla de los inocentes y
el significado de un amigo.



Miraculous:
Las aventuras de Ladybug y Chat Noir.

PARTE 3.



MARINETTE.

Shanghái, China.

Miraba el tic tac del reloj, mientras escuchaba a mi hijo hablar.

—¡Y luego el dragón aparecía soltando fuego por todos lados! —gritó pataleando— ¡Y después de eso ya no fue una pesadilla! Emma llegó de blanco...¡Como si fuera una novia a punto de casarse! Protegiéndome de todo mal, y alejándome de la bestia frente a mí, el lugar se convirtió en algo tan bello, ¡Magia por todos lados y...! —su voz se apagó, pero mi mirada continuó en el reloj— ¿Me estás escuchando, mamá?

Parpadeé quitando la vista del reloj que no dejaba de avanzar.

Cosa que yo no había hecho; avanzar.

—Sí, cariño —mentí— Pero es tarde, termina de desayunar para que puedas entrar a tus clases, sabes que a tu maestra no le gusta que entres tarde, y la excusa del internet ya no funciona.

Mi hijo me miró con recelo y asintió cabizbajo.

Volví a mirar el reloj, había algo en él que no me gustaba, no lograba encontrar que era y eso me desesperaba, sentía que me estaba avisando a lo peor o lo mejor que pudo llegar a mi vida. Cerré mis ojos, pero no funcionó de nada pues el sonido molesto invadió mis oídos.

Me alejé de golpe de la mesa bajo la mirada atenta de Hugo y caminé hacia el reloj, un maldito objeto que se burlaba de mí. Acaricié las palmas de mis manos con las uñas, mis ojos no se despegaron del reloj y mucho menos dejaron de seguir las manecillas moverse.

Escuché la voz lejana de Hugo.

Tomé el objeto de la pared, aquel que había marcado cada segundo de mi vida —sin vida— desde que llegué a Shanghái.

—Mamá...

—Termina tu desayuno —le ordené— Tu computadora se mantiene donde siempre, si me entero de que vuelves a entrar tarde a clases...

—No lo haré —se apresuró a decir— Lo prometo, seré un niño bueno.

Lo miré dándole a entender que no intentara mentirme, movió suavemente el tenedor en su mano y con cuidado continuó comiendo.

Caminé hasta mi habitación con el reloj en mis manos, cerré la puerta con seguro y apreté el objeto con molestia. Las manecillas seguían moviéndose, repitiendo el mismo patrón, el mismo sonido el cuál me desesperaba y me hace desear jamás haberlo comprado.

Mis labios secos temblaron del miedo, quizás era demasiado tarde.

Entonces, sonó mi teléfono.

Lo miré sin moverme en la cama con las cobijas revueltas, no tenía intención alguna de acomodarla. Posé el reloj en mi mesa de noche y leyendo el nombre de la persona que se encontraba del otro lado de la línea respiré profundo.

—Alya, hola —saludé con la mirada en mi ventana con las cortinas cerradas.

—¡Pensé que no contestarías! —chilló— Llevo minutos llamándote, ¿Todo bien?

The meaning of a friend [MLB] #3Where stories live. Discover now