[Precuela de The Queen & The Prince] Los recuerdos de ambas almas destinadas a estar juntas antes del deselance final; una relación que tardó siete años en construirse y que durará hasta más allá de la eternidad.
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Los que nacieron en oscuridad nunca tuvieron miedo de ser sombras.
Todo temor fue disipado cuando Cordelia juntó valentía y accedió a complacer sus íntimos sentimientos. Culpó a las hormonas moviendo sus labios sobre los ajenos; un beso tan inexperto que resultaba maravilloso. No se atrevió a mover sus manos, solo a besar esos gélidos belfos poniendo en evidencia su poca sensatez.
Duró pocos segundos el beso porque cuando se distanció, las velas volvieron a encenderse otorgándoles sensatez a ambos. Severus estaba inmóvil admirando su semblante tímido; recorrió su piel empleando la vista, deteniéndose sobre sus rojizos labios previamente besados deteniéndose en aquella expresión anonadada.
Ella no se quedó más tiempo para evitar ser humillada. Náuseas invadieron su estómago acompañándola de camino a clases, además de pequeñas alarmas imaginarias repitiéndole incesantemente lo mismo: «¡has besado a tu profesor!»
Besó. A. Severus. Snape.
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Los desdichados jefes de cada casa debían enseñar a sus alumnos a bailar. En teoría, que no avergonzaran a Hogwarts frente a extranjeros arrogantes. Un salón abandonado fue preferido para hacer realidad esa obligación repugnante; quedaba claro que algunos no habían nacido específicamente para danzar en una elegante ceremonia.
Había un montón de emociones percibiéndose en el ambiente: alegría, confusión, repulsión, escepticismo y pánico. Cordelia no sabía cuál sentimiento era propio para el momento. Permanecían separados a cada extremo de la habitación, damas y caballeros, aguardando ciertamente al profesor Snape que les daría una demostración.
Era sábado por la mañana, una semana faltante para el baile, y una gran multitud estaba entusiasmada por aprender o modificar pasos muggles. Supuso que los nacidos en reconocidas y adineradas familias sabían bailar vals. Malfoy posiblemente disfrutaba grandes celebraciones durante sus vacaciones con sus padres y hermana.
— Nadie agitará sus varitas ni se comportará de manera tonta en esta habitación. —anunció el profesor Snape ingresando a la habitación—. Cualquier duda respecto al baile puede reservársela hasta nuevo aviso. Cualquiera que se haga pasar por listo experimentará un penoso castigo privándosele de la celebración.
