[Precuela de The Queen & The Prince] Los recuerdos de ambas almas destinadas a estar juntas antes del deselance final; una relación que tardó siete años en construirse y que durará hasta más allá de la eternidad.
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Cordelia no se alegró cuando su padre aceptó dar clases, pero no le quedó más que sonreír y brindarle emoción avanzando al tren rodeados por fotógrafos. Generalmente Gilderoy no permitía que tomaran fotos de su hija, tampoco que la entrevistaran; siempre intentaba mantenerla en el anonimato para evitar importunarla.
Él tomaría otro camino opuesto al propio, así que se despidieron con un sencillo abrazo, preocupándose por sus propios asuntos. Cordelia no tardó en reunirse con sus usuales compañeros subiendo al tren rápidamente, saludando a los mismos de siempre con un pequeño movimiento de cabeza.
— Escuché que Snape tampoco consiguió el puesto este año. —dijo Amelia.
— Considero que no lo merecen en este lugar. —respondió encogiéndose de hombros—. Literalmente contrataron a un mago que no tiene idea de lo que hace.
— ¿Sabes quién es el nuevo profesor?
En el preciso momento se encogió de hombros restándole importancia al asunto, y cuando vio aproximarse a la bruja del carrito pidió algunas golosinas, entregándole algunas a sus compañeros más cercanos. No tenía sangre pura, pero aun así ganó su respeto.
Mantuvo serenidad todo el camino a Hogwarts, perdiéndose en sus propios pensamientos mientras leía un libro sobre magia negra, pasando a segundo plano las graciosísimas anécdotas de los demás presentes en el vagón. Por ahí corría el rumor de que Harry Potter no regresó después de aquellos acontecimientos.
Poco le importaba aquello, en verdad, y sus pensamientos tan solo vagaban por el gélido y misterioso profesor menos preferido por estudiantes. Ella misma podía asegurar que verdaderamente Severus demostraba crueldad, aunque muy en el fondo también aparentaba ser bastante noble con sus aliados.
O eso consideraba ella.
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