56: Infodumping

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Cuando salimos de la óptica con mis lentes nuevos, volví a abrir la puerta trasera del auto de Axer para irnos a donde fuera que tenía planeado llevarme, pero estaba cerrada con el seguro puesto

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Cuando salimos de la óptica con mis lentes nuevos, volví a abrir la puerta trasera del auto de Axer para irnos a donde fuera que tenía planeado llevarme, pero estaba cerrada con el seguro puesto. Esperé a que él se subiera al puesto del piloto, y continué esperando como una pendeja, porque nunca la abrió.

—¿Hay una adivinanza de por medio o...?

—Súbete adelante, Nazareth. No soy tu chófer.

—¿Y qué eres? —cuestioné mientras hacía justo lo que demandó. No tenía intenciones de discutir sobre la oportunidad de ir sentada adelante con mi crush.

—Eso es lo que pretendo que definamos esta noche —repuso él.

—¿Noche?

—Sí, noche. Avísale a tu madre.

Tragué en seco por su orden y las miles de posibilidades que se abrían en mi mente a raíz de ella.

—O sea... No me malentiendas, no te estoy diciendo que no, pero... ¿me podrías explicar? No estaría demás, digo.

Axer se giró hacia mí, y cuando me miró, sus ojos verdes casi traslúcidos por la luz del sol que se colaba por el cristal del parabrisas, quise que me besara y que afuera comenzara a diluviar para que nunca tuviéramos que salir de ese auto.

—Escucha —dijo con seriedad—. Si tienes novio o no, no me interesa. Pero quiero salir contigo. Quiero invitarte a cenar esta noche y quiero que hablemos todo lo que no nos hemos dicho todo este tiempo por estar concentrados adivinando los pensamientos del otro.

—Axer, yo...

—Dime si aceptas, Nazareth, y te dejo en tu casa y te recojo en la noche.

«Mejor re-cógeme ahorita, gracias».

—¿A dónde me vas a llevar a cenar? —dije en cambio.

Noté que todo el rostro de Axer se distorsionaba por su gesto al contener las ganas de reír.

—¿Qué? —inquirí con una ceja alzada.

—Nada, no pensé que te importaran esos detalles.

—Es para saber cómo debo ir vestida, imbécil.

—Si quieres no te vistas.

Estoy segura de que se me enrojecieron hasta las fosas nasales, porque Axer se mordió el labio con el rostro inundado de diversión, y llevó su mano hacia mi mejilla para rozarla. Solo unos segundos de contacto, pero se llevó toda mi estabilidad en el transcurso.

—Es broma, bonita.

Es sorprendente como una palabra suya podía hacer tantos desastres en mis emociones y en la sensibilidad de mi piel. Ese «bonita» suyo era tan afrodisíaco que me daban ganas de grabarlo y repudicirlo en bucle en mis sueños.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora