57: Gatita [+18]

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Yo creo que no hace falta la recomendación, pero... NO LEAN ESTA VAINA EN PÚBLICO. Y comenten, coño, que pa' eso el señor les dio dos manos.

Sinaí

Axer me dejó claro que, si quería ser una Frey, lo último que tenía que hacer era dejar cualquiera de los platos de Silvia servidos a la mesa sin tocar.

Así que terminamos la cena, y ninguno de los dos tocó el resto del vino.

—Bueno... Intuyo que ya es todo por hoy, así que... —Me levanté de la mesa, limpiándome las manos de la tela del enterizo, solo por nerviosismo—. Ya debería irme.

—¿Tienes que irte? —preguntó Axer, caminando hacia mí desde su lado de la mesa.

—Yo... —Me sentí muy confundida y no me esforcé en disimularlo—. ¿Quieres que me quede?

—Eres mi novia, ¿no?

Iba a necesitar un curso intensivo para superar esa afirmación.

—Bueno... todavía no firmo.

Él siguió acercándose, y esa proximidad solo empeoraba mis nervios.

—Pero —insistió, un paso más cerca de mí, sus ojos serios y calmados—, ¿quieres quedarte?

—¿Quieres...? —Tragué en seco e intenté parecer serena, como si no me estuviese afectando que estuviéramos solos, compartiendo nuestro oxígeno y tan cerca que nuestras sombras se rozaban—. ¿Quieres que me quede?

—No quiero que te vayas.

Si su abismo iba a sentirse así, como mi corazón al escucharlo decir eso, quería vivir condenada a sus profundidades.

—Okay, pero... —Adopté una actitud de reproche y me crucé de brazos—. ¿Lo correcto no sería que me invitaras un café primero? Pedirme que me quede a dormir en la primera noche de nuestra relación falsa no es muy ético de tu parte.

—Si lo ves así... —Los últimos centímetros que nos separaban desaparecieron cuando sus manos rozaron mis mejillas con delicadeza y se aferraron a mi cuello—. Entonces no dormiremos.

Le dediqué una mirada inquisidora con una ceja alzada, a pesar de que por dentro me derretía.

—Aunque es una oferta tentadora, Frey, tengo clases mañana.

—Solo quédate y ya, Nazareth.

—Lo haré —accedí con indiferencia. Debía considerar una carrera de actuación—. Pero necesito que me prestes una llamada. Tengo que avisarle a mi madre.

—¿Dónde está tu teléfono? —inquirió Axer, soltándome.

—En el cielo, espero.

—¿Qué le hiciste? Necesito poder comunicarme contigo cuando no estemos juntos, así que indiscutiblemente necesitarás otro...

—Eso lo hablamos después, coño, ¿me vas a prestar la llamada o no?

—Claro que sí, espera aquí.

Axer volvió al segundo y me tendió su teléfono. Verlo recostarse contra la piedra negra de la mesa, con la camisa abierta por completo... No podía creer que ese fuera mi novio, aunque nuestra relación hubiese sido forzada por mí.

Tomé el teléfono y le envié un mensaje rápido a mi madre sin más explicaciones que «No te preocupes si no llego hoy, parace que la noche va para largo».

—Ten.

Le devolví a Axer su teléfono, feliz de que ahora tendría su número en la mensajería de mi madre.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora