CAPITULO 23

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APOCALIPSIS.

TIPO DE NARRADOR: OMNISCIENTE.

Hora: 18:00.

Rusia, tierras frías con edificaciones gigantes, donde habitan seres extremadamente poderosos. País que actualmente alberga uno de los comandos más grandes de la Fuerza Especial Militar del FBI.

Los soldados trotan sobre la nieve recorriendo los 121 km que se les exige, las banderas ondean en el aire y Simon Miller baja sus binoculares concluyendo la tarea que lo mueve, ya que dentro de unas horas empieza uno de los operativos más grande de su carrera militar.

Se aleja con un maletín en la mano, mientras que a kilómetros de Moscú, en Florencia, Antoni hunde los dedos en el piano, dejando que la melodía acaricie sus oídos, pensando en una sola cosa.

En Londres, Bratt Lewis concluye pendientes colgando el teléfono sin tener idea de que al otro lado del mundo, hace 51 horas y 14 minutos atrás, en lo más recóndito de Gehena, una aeronave aterrizó dándole paso a un soldado y a un mercenario.

Llevan horas recorriendo sus tierras, pero nadie lo sabe y siendo las seis de la tarde, la capital de la ciudad oriental recibe a sus reyes con una pequeña celebración privada, donde Cédric Skagen, príncipe de Gehena, se reencuentra con sus padres, mientras que Boris Korolev y Dominick Parker atraviesan una de sus selvas vestidos como los dos ciudadanos que tuvieron que matar y torturar en busca de información. Tomaron su ropa y en estos momentos se abren paso decididos a sacar lo que vinieron a buscar.

El palacio real aviva la fiesta familiar, el sonido de las palmas e instrumentos musicales se filtra a través de los muros consiguiendo que Christopher Morgan cruce miradas con Ilenko Romanov, ambos con el mismo instinto asesino latiendo en las venas. El ataque de tos cesó, en cambio el enojo no y ambos son orgullosos, pero inteligentes y hay factores que quieran o no, hacen que su alianza ahora tome un ámbito un tanto personal, ya que hay algo más en común aparte del poder.

Dicen que el animal salvaje siente cuando lo van a sacar y los dedos del coronel se pasean por los barrotes de la celda lleno de ansiedad. El lobo está sediento y lo huele, presiente el maldito olor a libertad.

La espalda de Parker queda contra los muros del palacio, está exhausto, ya que fue una odisea llegar. Ha tenido que matar a varios y el último fue un guardia que meaba en el bosque y al que Boris le sacó el paradero del Vor y el Boss. Dominick le robó el uniforme, se lo puso y ahora mantiene el casco puesto tratando de trazar un plan.

Revisa la hora, son las 18:40, a Patrick le urge que se proceda rápido, ya que es justo y necesario. La puerta del calabozo la rondan cinco guardias y, teniendo en cuenta las entradas y salidas, diría que hay diez más en el interior.

—Es un tal Hans, el carcelero de las llaves, y está adentro —le avisa Boris y Parker asiente—. Lo voy a matar y luego se las meteré en el culo...

—Cálmate —lo frena Parker—. Primero la distracción.

—Ya está.

A lo lejos, un árbol se prende en una espesa llamarada la cual alerta a los hombres que rondan, varios señalan dando la alerta de fuego y empiezan a moverse, cosa que aprovecha el capitán para tomar a Boris, le quita las pertenencias y le lleva las manos atrás como un prisionero armando la pantomima de que no quiere dejarse encerrar.

Los soldados toman las medidas que se requieren cuando las llamas del bosque se extienden a tres árboles más. Son tan amantes de las creaciones de Dios que las cuidan a como dé lugar y, por ello, varios guardias se adentran en el sitio. En otro punto, se enciende otro árbol y en siete sitios más también, moviendo el personal de adentro, ya que no pueden permitir que las llamas lleguen al castillo.

DESEO,  (BORRADOR)Where stories live. Discover now