Capítulo X | Querida liebre asustada

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Annabel caminaba histérica por todo el campamento, estaba fuera de sí. Lanzando un grito de terror se adentró en el bosque, Lucas y Olimpia pararon a los curiosos y les pidieron amablemente que los dejaran a ellos encargarse, estos respondieron de mala gana pues era una de las suyas, pero, aun así, obedecieron, Annabel gritaba hacia todas las direcciones, Jazz se había quedado en el campamento. Llorando. Perdieron a Annabel pasados unos minutos.

—Debiste haberle dicho a Jazz que cerrara la boca -dijo Olimpia mientras pasaban entre los frondosos arbustos que inundaban el bosque.

—¿Cómo iba yo a saber que Annabel también podría escucharla? -iba a hacer un gesto con ambos brazos, pero recordó que ni siquiera sentía uno de ellos- No tengo la menor idea de cómo funciona todo esto, dudo que los fantasmas tengan un manual de instrucciones y si así fuese creo que mi fantasma vino defectuoso.

—¡Oh! Mejor deja de hablar... -arqueó las manos alrededor de la boca- ¡Annabel!

Ambos gritaron con fuerza el nombre de la muchacha, pero no había rastro de ella por ningún lado, estaba bien, se había asustado por no saber a quién pertenecía la voz, pero no sabían exactamente la razón por la cual había huido, ¿acaso tenía algo que esconder o había recordado algo? Las espinas de los arbustos arañaban las piernas de Lucas, Olimpia se desató la camisa de la cintura para que las mismas no le dejaran los brazos enrojecidos. La encontraron sentada en la rama de un árbol a unos dos metros del suelo, estaba llorando y se tapaba los oídos.

—Ella está muerta. Ella está muerta. Ella está muerta. Ella está muerta. Ella está muerta -repetía Annabel con la voz quebrada.

—¿Annabel? -dijo Olimpia casi en un susurro.

—¿Quién dijo eso? -dijo Annabel cerrando los ojos con fuerza- Ella está muerta.

—¿Hablas de Jazz? -preguntó Lucas usando su mano sana como visera, a pesar de estar en medio del bosque, algunos rayos de sol se colaban entre las hojas.

—Escuché su voz, se los juro -dijo Annabel con una mirada delirante-, sí, la escuché, tan clara como cuando ustedes me hablan. No les miento -miró al cielo y luego al suelo- ¿Qué hacen aquí?

—Pues vinimos a buscarte, saliste corriendo sin parar de gritar, vinimos a consolarte...-dijo Lucas acercándose un poco al árbol.

—Creo que se refiere a qué hacemos en el campamento, Lucas.

Lucas se dio cuenta que no habían excusado su repentina visita pues había llegado prácticamente inconsciente y Olimpia carecía de capacidades comunicativas. Olimpia ayudó a Annabel a bajar del árbol, la gitana se deslizó por el tronco hasta la raíz y cruzó las piernas y los brazos. Olimpia se sentó junto a ella y Lucas permaneció de pie. Ya estaba sintiendo el brazo y consigo se deslizaba por sus tendones un punzante dolor. Lucas quiso comenzar a hablar, pero se vio inmediatamente interrumpido por Olimpia que dijo:

—Bueno, creo que vinimos por algo que ahora carece de importancia.

¿Carecía de importancia? Lucas pensó que aquello debía ser una broma, si hubiese carecido de importancia no llevarían una investigación a pesar de las circunstancias. De hecho, era realmente importante si de aquel embrollo dependía la estadía de Jazz en el mundo de los vivos y el destino de las posibles víctimas que ahora se encontraban en las manos de un secuestrador sociópata si es que era acertado llamarle de esa manera.

—Yo dudo que sea así -dijo Lucas recostándose a un árbol-, vinimos por Jazz, Annabel, estuvo aquí la noche antes de ser reportada como desaparecida.

Annabel se enjugó las lágrimas y sorbió por la nariz. Olimpia le pasó las manos por los hombros mientras la joven gitana alisaba el flequillo de su falda rosa. Ninguna emitió ningún sonido, era evidente que una estaba demasiado enfadada para siquiera mirarlo y la otra demasiado nostálgica como para hablar de sus sentimientos. Decidió dejarlas a solas y regresó sobre sus pasos al campamento. Cuando llegó, el resto de las personas estaban almorzando, un hombre anciano lo invitó a la mesa, ese debía ser Batipuré. Se sentó junto al hombre y las mujeres vinieron a servirles a ambos.

Jazz [COMPLETA EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now