Capítulo V | Es una cita

17 10 0
                                    

El cielo se oscureció tan pronto dieron las ocho. Lucas seguía en el cementerio, a dos calles de su casa acompañado de un extraño aparentemente útil para su misión y su hermana fantasma. La tierra seca bajo sus piernas hormigueaba. Estaba comenzando a hacer frío, pero él no se quería ir sin antes aclarar unas cosas con Chris Gómez, no sé lo había encontrado allí por casualidad o tal vez sí... El caso era que si quería que su cotidianidad recuperara la normalidad que usualmente tenía, debía de averiguar pronto qué había sucedido con Jazz.

La sombría mirada de Jazz se posaba en todos los sitios del paisaje, en los árboles, el oscuro firmamento, por último, miró con una fisgona mueca al despeinado portador de las botas rojas y costuras verdes.

—Tengo unas preguntas... si no te molesta -Lucas puso su mano en el huesudo hombro izquierdo del joven, se sentía como un experto detective, salido de una descolorida película del televisor de antena de su abuela-; eres Chris, ¿verdad? Chris Gómez.

—Sí, ese mismo -había un deje de melancolía en su tono de voz.

—Pregúntale por mí, Lucas Tessore.

—Ella era... e-era un ángel -dijo Chris entre sollozos, sin esperar a que le preguntaran por su hermana-, jamás había conocido a alguien con tanta alegría y avidez como ella. No tendrá un funeral decente.

—¿Cómo dices? ¿Ella no está ahí, enterrada? -trató de que no sonara tan tosco, sin éxito.

—La policía hará análisis hasta el cansancio, dudo que encuentren algo nuevo, no me preguntes cómo lo sé... de todas formas, siempre he pensado que durante un funeral nunca se piensa especialmente en la persona que falleció.

—Creo que no entiendo...

—Es un funeral de recuerdos, es la única forma de que una persona siga viva después de la muerte...cuando ya nadie dice tu nombre, cuando nadie recuerde quien fuiste, entonces te desvaneces.

—Ramón Gener.

—Me gusta la música, las creencias griegas y la lectura -dijo Chris arrugando el ceño.

Lucas sentía que Chris caería en llanto en cualquier momento, pero no lo hizo. A juzgar por la hinchazón de sus ojos que apenas podía notar con ayuda de la poca luz que brindaba el firmamento, ya había llorado lo suficiente como para seguirlo haciendo. Se levantó y sacudió su pantalón, el silencio reinó durante unos minutos. A pesar de la intensa luz lunar, estaba tan oscuro que ya no podía distinguir sus facciones, pero aún sobresalía su sombra de aquella negrura. Chris parecía dispuesto a contar a diestra y siniestra su vida, estaba acabado, a juzgar por su aspecto. Con un tono de voz indiscretamente alto y un tanto despreocupado dijo:

—Mi madre me tuvo a los dieciséis, su nombre era Alicia... hermosa, tenía los ojos de diferente color, como Jazz -soltó una risita y pateó una piedra que atravesó a Jazz a la altura de las rodillas y rebotó en la lápida- vivimos solos durante once años hasta que ella se enamoró de un tipo llamado Dante, al año, mamá quedó embarazada y en octubre nació Jazz, yo tenía doce y ellos dos no tenían dinero. Dante dijo que no podía seguir con ella si nos tenía a ambos, debía deshacerse de uno -se limpió la nariz con la manga de la camisa-, creo que después de todo lo que pasó fue bueno que Jazz se fuera. Dante dio falsos datos de mamá en el hospital porque la ingresaron de urgencia, así que no ratificaron que se trataba de Alicia Gómez Lopera y no de Melinda Suárez, el hombre abandonó a Jazz en pediatría y se llevó entonces a mamá a casa a la fuerza... yo me quedé en el pasillo, cuidándola desde lejos... esperé a que alguien la tomara en brazos, iba todos los días a ver cómo estaba, si alguien se la había llevado a casa. En un descuido de la enfermera de turno, le até al tobillo un dije con un saxofón grabado -Jazz giró el dije que traía colgado al cuello con su mano. Su hermano hizo lo mismo.

Jazz [COMPLETA EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now