Capítulo VIII | Un, dos, tres ¡Por mí!

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Olimpia arremetió contra un armarito y una gran cantidad de libros salieron disparados por toda la habitación. Lucas no intentó calmarla, de hecho, con la peluca en la mano, se quedó a una distancia considerablemente segura para no correr la misma suerte que el armarito, al lado de la ventana donde Jazz estaba recargada con un libro en las manos. La habitación contaba con dos camas gemelas, una a cada lado de la habitación, la de la derecha era bastante colorida y con notas musicales bordadas que formaban la partitura de Para Elisa, en la mesita de noche había una lámpara con forma de rosa y en la misma una libreta de tapa dura de color rojo, junto a la cama había un Flautín de color dorado, en la pared había muchos afiches de bandas y películas viejas. El otro lado de la habitación era más sobrio, pero igual de exótico, tenía hojas de diferentes plantas sobre un cenicero en la mesita auxiliar y una penca de sábila colgando del cabecero, la colcha era de color beige claro igualmente cubierto por hojas. La pared de este lado estaba desnuda a excepción claro de la penca de sábila y una puntilla clavada sobre una sombra. Se notaba a leguas que hace buen tiempo se había marchado, pues, sobre la mesita de noche había una fina capa de polvo y una telaraña semi-construida entre la cabecera de la cama y la planta colgante. La expresión de Olimpia emanaba furia y tirria, Lucas estaba seguro de que si se acercaba demasiado la muchacha haría combustión espontánea y lo consumiría con él.

—He perdido una zapatilla.

—¿Has perdido... qué?

—No quiero repetirlo.

—¡Mechas, métete tu hombría por donde te quepa!

Olimpia se sentó en la cama beige y las hojas saltaron y aterrizaron de nuevo en donde estaban. Apretó con fuerza el edredón y cerró los ojos.

—Vamos, Olimpia. -dijo Jazz pasando una página- ¡Libera tu aura! Vaya libro más interesante... -levantó el libro sobre su cabeza y pasó otra página.

—¿Me vas a decir que viniste a tu habitación solo para leer ese patético libro?

—No es mío, es de Anny -contestó Jazz con serenidad.

—¿Cómo lo sabes? -Preguntó Lucas cogiendo el libro y dándole vuelta para leer la reseña- ¿Ya te estás acordando?

—No, en la primera hoja está su nombre.

Lucas ojeó el libro por la mitad y el final, pero no encontró nada que fuera de ayuda, en la primera hoja, tal como había dicho Jazz, estaba escrito con letra cursiva: Annabel Emelyn Hernández Torres, debajo había un mensaje escrito por otra mano:

"Para mi hermoso retoño de cóleo, te será de mucha ayuda cuando desempeñes tu función en el campamento, te irá de maravilla aprender a dar caza a las enfermedades espirituales que nos acechan. El gran día traeré a tu hermano de una oreja. Lo prometo.

Te quiere, Batipuré"

—¿Qué significa Batipuré?

—Quiere decir abuelo -dijo Olimpia arrebatando el libro de las manos de Lucas.

—¿Y cómo sabes eso? -Preguntó Jazz sentándose en el suelo.

—Pues porque Annabel siempre hablaba de su abuelo y lo llamaba de esa forma.

En medio de la transformación de Friki-nerd a Una chica más, había olvidado que Olimpia había estudiado en Garzón. Se le hacía difícil imaginarse a Olimpia compartiendo una clase con Melissa o Annabel, más difícil con Annabel que a simple vista y sin conocerla parecía ser la rarita de la clase, aunque, ¿Olimpia, amiga de la rarita?

—No pongas esa cara, Mechas. Mira, aquí también hay más libros de este tipo -dijo señalando los libros que hacían desperdigados por el suelo-, aquí está uno que siempre tenía a la mano -cogió: Diccionario Español-Caló y se lo tendió a Lucas. Annabel no era la rarita de la clase porque sí.

Jazz [COMPLETA EN EDICIÓN]Where stories live. Discover now