Capítulo 38

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Dedicado a Marián, espero que estés bien. Todo el amor.

WILL POV

Quería mandar a todos al diablo pero aun así mantuve toda mi mierda en mi interior. Ver a Annaleigh de esa manera era una de las cosas que más me destrozaban en todo el mundo y, si explotaba, solo empeoraría su estado.

Odiaba a mi tía Margaret por haber entrado a mi casa sin autorización y haber traído a Emily con ella. Detestaba aún más a Emily por querer destruir mi relación con Annaleigh pero a quien repudiaba por sobre todas las personas era a Georgia.

No creía realmente que existiera alguna persona más cruel en el mundo. ¿Quién diablos trataba así a una hija? Sobre todo, y no lo decía porque Anna fuera mi novia, si ella jamás le generaba ningún tipo de inconveniente. Era una de las personas más buenas y adorables que había conocido en mi vida, bueno, quizá eso si tenía que ver con que fuera mi novia, pero de cualquier manera, si cada padre trataba a su hijo según lo merecía, yo debería de haber estado en el infierno desde que tenía tan solo seis años de edad.

Annaleigh no iba a enfrentar a su madre y, aunque moría de ganas de decirle toda la mierda que llevaba guardando desde el día en que la conocí, tampoco yo lo haría. Si lo hacía, seguramente intentaría alejarla de mí y la castigaría siendo aún más dura con ella. Lo primero realmente no me importaba. Cualquier intento de alejarme de Anna sería en vano, no lo permitiría, ni de ella ni de nadie más que no fuera Annaleigh. Sólo ella podía hacer que me alejara y eso, como se lo había repetido numerosas veces, tampoco le sería tan fácil. Lo que realmente me preocupaba era que la lastimara otra vez.

Anna era una persona demasiado sensible aunque intentara ocultarlo todo el tiempo. Incluso yo, siendo un idiota, podía darme cuenta cuando algo no iba bien. Ese mismo día, en el momento en que entró en Joe's, había notado algo en sus ojos. Aunque se veía hermosa y se había arreglado más de lo usual, su sonrisa parecía ser forzada, no como aquellas que me hacían poner el mundo a sus pies, pero lo dejé pasar porque estuve en su casa en el momento en que su madre la había ignorado por completo. Jamás imaginé que la muy perra la atacaría de nuevo. ¿Qué quería de Anna? ¿Quería destruirla emocionalmente más de lo que ya lo había hecho?

Quería ayudar a la hermosa chica que se había dormitado en mi regazo, tras llorar por un largo rato, pero no sabía cómo. Ojalá hubiera sido tan fácil como darle un par de billetes y listo, pero la maldita tenía dinero y no creía que ese fuera su objetivo. No tenía ni puta idea de cuál era su jodido objetivo.

-Will -escuché la voz de Sydney detrás de mí.

-Shhh -murmuré mientras acariciaba el cabello de Anna lo más delicadamente que mis torpes manos me permitían para no despertarla.

-Lo siento -se disculpó-, solo quería avisarte que ya he logrado que se vayan.

-Gracias, Syd.

Mi hermana me conocía lo bastante bien como para saber que quería estar a solas con Anna en aquél momento y, sin siquiera preguntármelo, pude oír sus casi silenciosos pasos alejándose en dirección a la casa.

Sydney era la única familia que en definitiva tenía y era la única razón, hasta que Anna entró en mi vida, por la que aún seguía vivo.

Ahora que tenía a las dos chicas que más amaba en mi vida junto a mí me costaba demasiado dejar ir a una de ellas, pero no importaba cuanto lo deseara, Sydney debía irse y pronto.

Ya no quedaba nada para que se cumpliera el cuarto aniversario de la muerte de mis padres y no quería que se viera inundada de recuerdos dolorosos tal como me pasaba cada maldito año, pero la diferencia se encontraba en que yo lo merecía, ella no. Y lo peor de todo era que, si dejaba que se quedara en Estados Unidos por más tiempo, Charles no tardaría en encontrarla y estaba seguro que él sabía que ella, junto a Anna, era mi punto débil. Él las mataría, por mi culpa.

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