Annie siempre ha sido una amiga cercana de los famosos merodeadores, nunca había tenido ningún tipo de amorío con alguien debido a que no le había tomado tanta importancia en su momento, sin embargo, todo cambia en cuarto año después de una pequeña...
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Lockhart nunca específico dónde se iban a ver y Annie supuso que tal vez en la salida del colegio, pero tal fue su sorpresa cuando lo vio recargado contra uno de los barriles afuera de su sala común, esperándola.
— ¡Ah! Annie Wood, ya estás aquí — saludó pomposamente — Y luces... —la recorrió con la mirada para luego hacer una pequeña mueca— bien.
Annie quiso golpearse en la frente cuando vio el atuendo del Ravenclaw frente a ella, iba completamente azul, como si quisiera presumir que era de la casa de las águilas. Traía un traje completo azul cielo con detalles amarillos en las mangas que hacían resaltar los botones de la camisa, al igual que sus zapatos eran de un color azul un tono más arriba del cielo, y en uno de sus hombros reposaba una capa azul rey que parecía de una tela muy fina.
Annie se sorprendió de que extrañamente todo combinaba a la perfección pero era demasiado azul para ella y por un momento se mareó de tanto azul que la rodeaba. Pero lo que acabó con realmente querer golpearse a sí misma fue cuando notó que entre los finos cabellos rubios del chico, había una pequeña corona dorada, haciendo simular a Gilderoy Lockhart como un rey.
— Y tú te ves muy... azul — emitió la chica tratando de sonar lo más amable posible — Me... gusta tu corona —sonrió débilmente señalando al objeto en la cabeza rubia.
— ¿Esto? Ah si, es un regalo modesto de parte de una admiradora — le guiñó el ojo.
Le causó náuseas, pero inhaló fuertemente controlando las ganas de expulsar todo el ácido de su estómago y se obligó a sonreír sin mostrar los dientes.
— Genial.
— Es hora de irnos — exclamó — ¿Si me permites? — extendió su brazo para que Annie lo tomara. Ella dudó un poco pero terminó enredando su brazo con el de él para comenzar a caminar.
El olor a vainilla invadió de una forma brutal las fosas nasales de Annie, y no era para menos debido a que parecía que el chico había pasado antes por las cocinas para que los elfos lo rociaran de aquel aroma.
A ella no le disgustaba del todo y logró entretenerse un poco escuchando a Lockhart hablar de ciertas "hazañas" que él había hecho en el verano, pero fue cuando llegaron a la entrada del colegio cuando se sintió fastidiada de la voz del chico y mareada por el intenso olor a mantecada que el chico desprendía.
No volveré a comer cosas con vainilla en toda mi existencia.
La profesora McGonagall alzó una ceja curiosa al ver a ambos chicos con los brazos entrelazados e inmediatamente su vista se dirigió a los alrededores para revisar si había algún rastro de los Merodeadores cerca que le pudiera hacer entender si era un tipo de broma o algo, pero cuando no reconoció a ningún rostro familiar de los chicos y cuando vio la sonrisa forzada de Annie, fue cuando finalmente comprendió que era una especie de cita en la que ella se había involucrado sin querer, así que no le quedó de otra más que suspirar y pedirle sus permisos para ir a Hogsmeade, y de paso desearle suerte mentalmente a la chica.
