Annie siempre ha sido una amiga cercana de los famosos merodeadores, nunca había tenido ningún tipo de amorío con alguien debido a que no le había tomado tanta importancia en su momento, sin embargo, todo cambia en cuarto año después de una pequeña...
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— ¡Merodeadores! Estamos aquí reunidos para...
— ¿Si tomas en cuenta que no estamos completos y por lo tanto no somos los "Merodeadores" en sí, verdad? —preguntó Peter.
James frunció el ceño y le lanzó una mirada fulminante.
— Solo decía —se encogió Peter y alzó sus manos inocentemente.
— Prosigamos — carraspeó Sirius.
— ¡Merodeadores! — miró a Peter desafiante y este rio de lado mientras negaba con la cabeza —Estamos aquí reunidos para llevar a cabo...
— ¿Qué demonios hacen?
Lexie había entrado a las cocinas encontrándose con la inusual — aunque si esperada— escena de James Potter, Sirius Black y Peter Pettigrew en medio de las cocinas, sentados en circulo y con un pergamino en medio de los tres con comida al rededor proporcionada por los elfos, que eran ajenos a lo que pasaba porque estaban ocupados preparando la cena. Cabía aclarar que parecía que estaban haciendo alguna especie de ritual, considerando que tenían las capuchas de sus túnicas puestas y de no haber sido porque vio el destello de las gafas de James, hubiera corrido de ahí por pensar que era un ritual satánico o algo mucho peor.
— ¡Dejen de interrumpirme, maldita sea! — exclamó James con la irritación presente en su rostro.
Lexie enarcó una ceja y sonrió de lado al ver que el chico se encontraba frustrado.
— ¿Qué hacen aquí? — volvió a preguntar Lexie acercándose a ellos con los brazos cruzados.
— Corrección —habló Sirius alzando su cabeza hacia arriba para mirar a la rubia — ¿Qué haces tú aquí? Este es un lugar privado.
— Bueno, están en las cocinas, así que no es tan privado — respondió en un tono obvio — Cualquier imbécil que sepa entrar los vería.
— ¿Eso quiere decir que eres imbécil? — cuestionó James burlonamente.
— ¡James! — lo regañó Peter.
— Descuida, Pete — lo calmó con una sonrisa ladina — Claramente soy imbécil, pero no más que ustedes — señaló al de gafas y al cabello negro — Díganme ¿Realmente consideran las cocinas como un lugar privado? Eso es de súper imbéciles.
James boqueó como pez para poder decir algo pero al final infló sus mejillas y se quedó callado con el entrecejo fruncido.
— Aquí había comida — explicó Sirius con tranquilidad.