Capítulo 18

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Cuatro días para la boda

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Cuatro días para la boda

Los emisarios no soñaban, pero Arden supuso que era eso lo que estaba ocurriendo. Aun inconsciente, había imágenes confusas en su mente, recuerdos que no eran suyos. Veía a un hombre a su lado que aparecía una y otra vez; no podía reconocer su rostro, pero sentía que lo conocía, que sabía todo sobre él. Veía una cafetería, un departamento en la cima, una habitación con pinturas y pinceles. Cada escena parecía pertenecer a la secuencia de una vida con un amor que había terminado. ¡El torbellino de emociones que la embargaba parecía tan real! Era como si estuviera viviendo una de sus misiones, pero no como invitada, sino como la protagonista.

La mujer sonreía, lloraba, bailaba, sufría, amaba, gritaba. En cada escena, la relación se resquebraja cada vez más hasta las cenizas, hasta casi acabar con su vida. Y luego el sueño no terminaba. Se repetía una, y otra y otra vez. La misma vida desconocida. El mismo hombre que la quería, que la resentía, que la amaba, que la odiaba, que la abandonaba. Los mismos sentimientos negativos que consumían su vida y alimentaban la soledad.

Arden estaba soñando con una historia amarga, la tragedia de un romance que había sido feliz y después había consumido todo a su paso.

Era la dicotomía de un amor. Y experimentarlo de primera mano, llenó su corazón de temor; no quería quedar encerrada en ese sueño, atrapada en esa pesadilla.

Arden gritó y despertó, agitándose sobre la cama con angustia y miedo. Respiraba de forma irregular y su corazón estaba acelerado. Se sentó, al mismo tiempo que Rhys encendía la luz de la lámpara entre sus camas. Dijo su nombre y, cuando ella no respondió, se acercó.

—¿Estás bien? —preguntó, estudiando su rostro—. Estás llorando.

Rhys parecía tan asombrado como ella. Entonces, se tocó el rostro y sintió sus mejillas húmedas. Avergonzada, Arden bajó el rostro y lo ocultó entre sus manos. Los mechones largos de su cabello cayeron a su alrededor y deseó poder desaparecer. Había permitido que un sueño la afectara. ¿Acaso era una niña pequeña?

El silencio se extendió entre ellos y Arden esperó que Rhys regresara a dormir, pero al contrario: sintió el tacto suave de su mano en la cima de su cabeza.

—Está bien —murmuró, acariciando su cabello—. Fue solo una pesadilla.

Arden levantó el rostro y Rhys le ofreció una suave sonrisa. Se acercó más y limpió sus mejillas con el borde de su camisa. Ella no dijo nada, pero, de pronto, sintió la necesidad de seguir llorando y recibir consuelo. Se sentía conmovida por su gesto; aliviada de haber despertado y de tenerlo cerca.

—Ahora estás llorando de nuevo.

—¡Es este cuerpo humano! —se quejó Arden, intentando retener las feas lágrimas—. ¡Creo que se descompuso!

Rhys se sentó a su lado y continuó secando sus lágrimas hasta que se detuvieron por completo.

—¿Quieres hablar de tu pesadilla?

Cómo unir un amor incompleto [TERMINADA]Where stories live. Discover now