♦️Capítulo 17♦️ Un impacto inolvidable

63 27 35
                                    

Cuánto hubiese dado por permanecer tan solo unos segundos sin voltearme; con el sonido dulce de su voz angelical y el recuerdo de la chica llena de vida que mantenía. Los hoyuelos preciosos decorando las mejillas siempre rojas. La luz que irradiaba su mirada opacando a las estrellas más brillantes. Esa era la Karolina que habitaba en mi memoria.

Al voltearme, no quedaba nada más que sus facciones.

El resplandor de su mirada se había esfumado. Las esmeraldas verdes que eran la envidia de todo Zagreb estaban tan opacadas que un cocuyo podría haber impartido más luz. La sonrisa permanecía ajena de esos labios que en el pasado tanto añoré, como si ser feliz nunca hubiese constituido una parte primordial de aquel ser carente de emociones. Era la misma persona, pero había perdido toda su esencia. Aún así, no pude contener el fuerte impulso de abrazarla con desesperación.

Pero no fue el que no correspondiera lo que hizo que me apartara, sino el vulto prominente de su vientre, que a simple vista escondía el abrigo.

Un vulto respectivo de... de un embarazo.

La solté desconcertado, con la agobiante sensación de ahogo y una abrumación que carcomía mi cabeza.

—Pensé que estabas muerto —se atrevió a decir y fue tan cruel de derramar una lágrima—. Mi padre, tu tía... Todos pensamos que estabas muerto cuando desapareciste en Serbia...

No respondí, no podía hablar ¡No podía!

Tal vez terminé de perder la cordura cuando vi acercarse al General y rodear con su mano los hombros de mi Karolina, mi Sunset, mi... mi futura esposa.

Andrej Nakić la estrechaba con su brazo. El atractivo y despreciable traidor Andrej.

El cuerpo entero empezó a temblarme como nunca antes y la saliva se atoró en mi garganta, imposibilitando que alguna palabra pudiera salir de ella. La sensación fue tan potente y abarcadora, que pensé, me derrumbaría allí mismo.

—¿Dušan? Pensamos que estabas muerto. —Sacudió la cabeza Andrej pero ya yo no escuchaba.

No escuchaba, no veía, no sentía. Me quedé incapaz de sentir nada cuando terminó de rompérseme el corazón en minúsculos pedazos ¿Con qué órgano iba a sentir? Los demás habían quedado igualmente destrozados. No me fluía la sangre, se me entumecieron las extremidades.

—Es bueno saber que estás vivo, así podrás asistir al nacimiento de nuestro hijo, debe nacer el mes próximo ¿verdad, mi amor?

Lo que ocurrió al momento de exponer esas palabras, llega a mi cerebro como flaches de una cámara moderna. Y los pedazos que logro juntar, corren como el trailer de una espantosa película en reproducción rápida.

La voz de alarma de un soldado por el lado oeste, el sonido de una pistola, y las escarchas de la nieve derritiendo el tiempo, congelándolo en el segundo exacto que decidí hacer lo más indescifrable que algún humano entendería.

Me lancé. Me interpuse. Recibí la bala.

Dijo un sabio en algún momento:
"No te preocupes por las personas de tu pasado, hay una razón por la que no llegaron a tu futuro".

Ahora soy demasiado viejo y puedo entenderlo, pero aquella tarde me estrujaba el alma aceptarlo. Aprendí que el coraje no era la ausencia del miedo, sino el triunfo sobre este.

El valiente no es quién no siente miedo, sino el que lucha por dominarlo.

El miedo atroz que sentí en ese instante, de una vida sin Karolina, fue lo que me impulsó a interponerme. Me faltó coraje, me faltó valor. Si no era con mi alma gemela, no quería tener alma. Y si el otro moría dejando huérfano el hijo que ella cargaba en su vientre, tampoco quería vivir con ese peso. Al final, por una cosa u otra, me interpuse. Me interpuse entre la bala mortal y Andrej.

NADA ESTÁ DESTINADO©️✔NO.1 WINNER // #TTW2021 #awardsadam2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora