Capítulo XXVIII

4.6K 585 117
                                    

Estaba en un prado con flores preciosas, árboles aparasolados y un lago con un muelle bellísimo. Parecía similar al campo donde le llevó Yibo.

Los rayos del Sol iluminaban todo, salvo las sombras producidas por esos seres vivos de madera. Él se encontraba bajo una, disfrutando del viento y con un peso sobre sus piernas.

Bajó la mirada, interesado, descubriendo como su regazo hacía la función de almohada para una cabeza de hebras castañas. Lo acarició provocando que se girara y despertara. Sus iris resplandecientes le miraron con cariño y le regaló una sonrisa sincera.

Luego, el menor se levantó sentándose a su lado, devolviéndole la caricia en su mejilla.

– ¡Zhan! – alguien lo llamó desde la lejanía.

Era su madre, acercándose alegre, jovial como la recordaba, con su vestido y su bolso.

– Mamá.

Ella se agachó, rodeándolo con sus delgados brazos instantáneamente, llorando feliz de verlo de nuevo. Segundos más tarde, otras dos extremidades se unieron, provocando que mirara al otro lado, encontrando a su padre.

– Papá.

– Estamos muy orgullosos de ti, hijo – dijo la mujer.

– Te has convertido en un gran hombre, mi campeón.

– Os echo de menos – se le cortó la voz.

– Nosotros también, cariño – colocó su mano en su mejilla. – Pero recuerda... no estás solo. Tienes amigos y un chico que te quiere como a su propia vida – inmediatamente miró a su novio.

– Debes ser feliz y superar el pasado.

– No tienes la culpa, ninguno de los dos. Los cuatro lo sabemos y deseamos que seáis felices juntos.

– Decidles que... me hubiera gustado... conocerlos.

– Lo haremos, campeón – el hombre le sonrió.

– Tenemos que irnos.

– ¿Ya? ¿Por qué? No me dejéis – rogó agarrando sus manos.

– Siempre estaremos contigo... adonde sea que vayas – se levantaron, obligados a marcharse.

– ¡Papá! ¡Mamá! – Yibo lo abrazó reteniéndolo, al ver sus intenciones de seguirlos.

– Zhan, recuerda – comentó la mujer antes de ser consumida por una luz brillante. – Haz lo que tu corazón demande.

– Os quiero mucho – chilló llorando.

– Nosotros más, hijo.

El color blanco creció y creció hasta devorar el resto de tonalidades, luego, cambió a una oscuridad profunda.

El azabache comenzó a despertar, abriendo sus párpados pesadamente y notando que estaba en una habitación desconocida. Elevó la nuca de la almohada, cayendo el paño de su frente hacia adelante. Gracias a ello, ya le había bajado la fiebre.

A través de la ventana podía verse el cielo oscuro, no por las nubes, sino porque era de noche. Todavía llovía pero con menos intensidad, solo caían gotas finas apenas visibles.

Una corriente de aire cálido en su brazo izquierdo provocó que sonriera. Yibo se había dormido, sentado en el suelo y con la cabeza apoyada en el colchón. Si continuaba así le dolería el cuello y la espalda.

– A-Yi... despierta.

– ¿Mm?

– Despierta – le movió. – Vas a crearte una contractura, qin'ài de (cariño).

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora