Capítulo XV

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– Wow – soltó una onomatopeya al parar su moto frente a una doble puerta de verjas metálicas brillantes.

Aquello no podría considerarse casa, ni siquiera mansión; para Yibo era una ciudad entera. El edificio estaba vallado y rodeado por unos jardines recortados cuidadosamente de color verde intenso. Una fuente decoraba el patio delantero donde un ángel vaciaba las aguas de un cántaro en el hueco circular.

En sí, la construcción constaba de tres pisos aunque no podía verse el interior debido a las cortinas de las ventanas y la lejanía. Ese lugar no tenía que envidiar en nada al Palacio de Versalles ni a ningún otro palacio o castillo.

Sin dejar de mirar todo, su dedo presionó un botón del extraño timbre al lado de la entrada. Se notaba que era muy moderno, con pantalla y varias rendijas cuya función era desconocida. En una esquina vio el símbolo correspondiente a la marca Xiao's Technology, le llamó mucho la atención ese aparato.

– ¿Curioso el timbre? – la voz del pelinegro salió del objeto por un altavoz, sorprendiendo al menor.

– Un poco, sí.

Zhan observaba desde dentro, a través de la cámara de la entrada, su fascinación por ese chisme. Adorable, su expresión fue realmente adorable y graciosa, como un perrito perdido sin saber que hacer pero interesado en lo que tenía delante.

– Pasa – indicó abriendo la puerta de fuera automáticamente.

Wang tragó saliva sin una mínima idea de que pasaría. ¿Por qué lo llamó allí? Tener sexo fuera del bar, ¿también rompía una regla del contrato? ¿Entonces... la habían incumplido ya por lo pasado en el despacho?

Ya ni él conocía las cláusulas. Solo improvisaban sobre la marcha aceptando lo que surgiera, y, ahora mismo, aunque los nervios lo mataban, le gustaba por dónde iban. Esa invitación, acabara como acabara, era un permiso para indagar en su privacidad, ese mundo el cual apenas nadie conoce.

Se sentía privilegiado.

Aparcó su vehículo al lado de una limusina blanca, gigante y maravillosa situada al lado de un Audi SQ7 negro. Su Suzuki AX100 se sentía en pañales al lado de esas máquinas asombrosas. ¿Cuánto debían costar?

– Son bonitos, ¿verdad? – el azabache habló desde la puerta de madera de Bangkirai.

– Sí, mucho – respondió sin volverse.

– Tu moto también lo es – sonrió levemente.

– La cuido bien pero ya está vieja, algún día me dejará en la estacada en medio de la carretera – explicó acercándose.

La apariencia del azabache fue un muro de cemento contra el cual se estampó sin activarse el airbag. Acostumbrado a verlo siempre en traje de chaqueta, que llevara un vaquero azul ceñido y una camiseta blanca con la lengua típica del logo de los Rolling Stones fue chocante.

Nunca a nadie le quedó tan bien unos pantalones ajustados y una camiseta grande, porque claramente la prenda superior debía ser un par de tallas más a la suya, dejando al descubierto su hombro derecho. Si su intención era provocar solo con su imagen, había quedado en el primer puesto.

Yibo abrió su boca mientras no desviaba su mirada. Asombro, impresión, excitación, tantas sensaciones solo al mirarle a dos metros de distancia. Se sintió volar, impulsado por su corazón alado, cuando notó un leve enrojecimiento en las mejillas del mayor, luego su fruncir de labios ocultando una sonrisa y finalmente la aparición de esta bajando la cabeza.

– ¿Vas a quedarte ahí de pie toda la eternidad mirándome? – habló desde la timidez, fruto de su mirada.

– ¿Puedo? – la pregunta no pasó el filtro de la razón, solo salió golpeando el alma del pelinegro.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora