Capítulo IV

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La boca del castaño lo hacía delirar mientras chupaba tranquilamente su cuello. La saliva impregnaba su piel desde el lóbulo de su oreja hasta el principio del hombro.

Los primeros botones de su camisa habían sido abiertos y la chaqueta negra se arrugaba entre su espalda y el respaldar del sillón. La sensación era muy placentera, Zhan no pensó jamás que llegaría el día en el que otro hombre le hiciera eso y mucho menos que lo disfrutaría.

Yibo sostenía su mentón, desviando la cabeza del azabache hacia la derecha, así tenía más acceso a su deliciosa anatomía. Mordió y lamió delicadamente su carne, aunque a veces cambiaba de intensidad bruscamente volviendo loco al contrario.

Por la mañana despertaría con marcas imposibles de ocultar ni con el cuello de su ropa.

El placer recorría su sistema nervioso concentrándose en las partes bajas, su erección crecía por cada lamida, chupada o mordisco de aquel encandescente joven. Empeoró al ser empujado hacia atrás de nuevo con la nuca en el asiento y sentir su lengua húmeda y caliente en su nuez.

– Ahh – un leve jadeo traidor provocó una sonrisa de satisfacción en el empleado.

Desde que vio al pelinegro entrar al local deseó tenerlo así, respirando pesadamente a la par que degustaba su exquisito sabor, jadeando mientras le masturbaba y gimiendo su nombre cuando le penetrase. Nunca en la vida necesitó hacerlo con tanta urgencia con alguien y, sin embargo, llegó ese empresario con cintura pequeña y lunar bajo el labio para hacerlo caer en el infierno.

Él no pensó jamás en ofrecer el servicio especial a nadie. Pero allí estaba, con un contrato en el bolsillo y un hombre jadeante en la habitación.

La mano del menor bajó por el pecho de su acompañante hasta notar el frío del broche de su cinturón, jugó un poco con él continuando su trabajo en la zona superior.

Xiao se derretía como la mantequilla en una sartén puesta al fuego, sellando su boca en un intento de no gemir de más. Le abochornaba que otra persona le escuchara y lo encontraran en esa situación tan morbosa, tal vez prohibida.

De repente, Yibo abandonó la curva de su cuello y Zhan fue liberado. No entendía esa separación así que miró al frente, donde esos ojos enloquecedores lo recibieron irradiando un deseo devorador y deteniendo su corazón.

– Si quiere que pare, solo dilo – susurró en su oído.

Tras la información lo obligó a levantarse y pasar sus piernas alrededor de su cintura, Xiao Zhan se vio tan obediente y maleable que dudó en si realmente era él.

¿Qué tenía aquel chico como para hacerlo sentir tan poca cosa?

Él claramente era el mayor, él era el cliente, él tenía más poder y dinero; ¿cómo un joven barman podía con una sola mirada robarle el aliento?

Su espalda cayó sobre el colchón rebotando mínimamente debido a los muelles de este. Seguidamente, el peso de Yibo descansó sobre él y sus labios húmedos trazaron una línea recta descendiente en su torso. Cuando los botones que quedaban impedían continuar, sus dientes rompieron el hilo que los unía a la prenda descubriendo su cuerpo.

Su vista no le había engañado. Si con traje era hermoso, sin él era terriblemente perfecto.

Los puntos rosados y erectos por el placer llamaron su atención a gritos, los atacó con demasía sonsacándole un gemido al propietario de estos.

Los dedos del azabache se enredaron en el cabello de hebras castañas mientras los contrarios buscaban sentir, acariciando sus costados, el movimiento involuntario de su vientre.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora