Capítulo II

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– Papá, mamá.

Un niño corría en medio de la oscuridad buscando incansablemente a sus padres, la angustia tiraba de él como si sus manos estuvieran atadas con una cuerda gruesa, preso de sus propios sentimientos.

– ¡Papá, mamá! – gritó más fuerte un adolescente con lágrimas en los ojos.

El joven apareció justo cuando el pequeño se marchó, sin embargo la ansiedad era igual en uno que en otro.

Caminó errante viendo solo su cuerpo, lo demás era solo una mancha negra donde no se distinguía nada. A medida que avanzaba, su figura se desvanecía en el espesor del color oscuro y unos dedos desde atrás quisieron agarrarlo temerosos de perderlo.

Justo cuando lo iban a tocar, el adolescente desapareció dejando de existir. Zhan miró su mano temblante debido a los nervios y a sentirse completamente en soledad.

Frío, ese sitio podría congelar hasta el alma más su cuerpo seguía moviéndose.

– ¡Papá! ¡Mamá! – repitió las palabras de sus él del pasado.

Repentinamente sus rodillas chocaron contra el suelo ocasionando un dolor momentáneo, fuerte y punzante. Sus ánimos estaban tan abajo que ni se molestó en intentar levantarse, extrañamente la debilidad provenía de un recuerdo.

Algo rodó hasta él, frenando al entrar en contacto con sus piernas: era una pequeña pelota roja con un dibujo infantil de una abejita portando una jarra de miel.

Nada más verla, una lágrima recorrió su mejilla en silencio. Un simple objeto le hacía sentir muchas emociones distintas, la mayoría desagradables.

Tomó la bola con delicadeza y al instante la apretó queriendo transmitir toda su ira a ese círculo de plástico escarlata.

La odiaba... y se odiaba.

El claxon de un coche y una luz deslumbrante cegó su vista haciendo soltarla para tapar sus ojos.

Todo quedó allí.

– Son las 7pm – habló la alarma seguida de la música.

El pelinegro se despertó tras tener la misma pesadilla, los dioses abolieron su petición volviendo a profanar sus sueños. Jamás descansaría de verdad si continuaba así.

Aún sin incorporarse, alargó el brazo apagando ese aparato molesto; siempre utilizaba el mando a distancia pero esta vez tenía ganas de golpear algo, no sería ni el primero ni el último en pagar su frustración con la alarma.

Xiao hundió la cabeza entre las almohadas de su gran cama mirando al techo alto, inalcanzable al menos que se usara una escalera de varios metros. Pensó y pensó en su pasado y en cómo vivía el presente, ruinas por todos lados.

Su teléfono notificó un mensaje mientras vibró encima de la mesa de noche, seguro se trataba de trabajo. Algún archivo que revisar, alguna reunión a la que asistir, alguna noticia sobre la empresa o sobre él.

Cansancio.

Su reloj Rolex emitió también un sonido breve indicando que eran las siete y cinco minutos, hora de ponerse en marcha y prepararse. YuBin podría ser muchas cosas, pero sobretodo era muy puntual.

Zhan se puso de pie bufando, al final dormir no lo relajó ni un poco. Anduvo descalzo por el parquet emitiendo un bostezo y acariciándose la nuca a modo de masaje, la ducha lo esperaba impaciente en el baño privado de su habitación.

La ropa terminó sin importancia en el suelo de baldosas térmicas y el agua tomó su papel protagonista limpiando las impurezas de su piel. Un deje de disfrute se hizo presente al notar los ríos bajar desde su cabello hasta sus piernas, su mente se sintió algo despejada tras ello milagrosamente.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora