Capítulo 7

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Caminaba por los pasillos de la universidad luego de almorzar en la cafetería. Yo iba hacia la biblioteca a hacer un trabajo y Kalem había decidido venir conmigo porque en un rato tenía entrenamiento y el campo de Lacrosse quedaba cerca.

—Así que estudias Literatura, perezosa —dijo caminando de espaldas frente a mí.

—Kalem, no camines así. Te tropezarás y no querré llevarte a la enfermería o al hospital si te lastimas algo porque no me gustan esos lugares. Así que ponte a mi lado, Taylor —Le di un golpecito a su brazo.

—Con gusto —Me sonrió haciendo caso—. Jamás pensé que saldría con una escritora, amante de los libros.

—Ey, yo nunca dije que eso pasaría. Así que tranquilo, muchacho —Le advertí señalandolo con mi mano sin dejar de caminar.

—No lo dijiste, pero yo puedo verlo. Lo siento aquí —Se llevó una mano al pecho, sus mejillas estaban alzadas. Me estaba dando esa mirada dulce. Rodé los ojos con diversión, este chico no tenía remedio.

—Y tú estudias veterinaria —Cambié el tema.

—Sí, me gustan los animales. ¿Quieres ver fotos de las mascotas que tengo en casa? —Sacó su celular del bolsillo y yo asentí para que siguiera hablando—. Tengo tres cachorros, un conejo, un gato y un loro. Mira, ¿verdad que están lindos?

—Señor, mi mamá ni perro me deja tener, que envidia —Abrí los ojos sorprendida mirando la pantalla de su celular—. ¿Cómo te caben en tu casa? Son demasiados.

—Hay mucho espacio en mi casa y me pareció una buena idea llenarla con mascotas que me acompañaran. Además, tengo mucho amor para darles—Guardó su celular y se encogió de hombros.

—No lo dudo porque se trata de ti, pero, señor, tres perros, un gato, un loro, y un conejo. Sólo te faltan los caballos.

—De hecho, tenemos un establo —Contó metiendo sus manos en sus bolsillos—. Pero son de mi padre.

—No inventes. ¿Cuánto dinero tienes? Ay, no respondas. Mamá me regañaría porque dice que esas cosas se piensan, pero no se dicen —Le di una sonrisa de boca cerrada y él soltó una risa nasal—. Pero, es curiosidad. No tienes que responder si no quieres. Es solo que me pregunto que haces trabajando en una cafetería.

Kalem me dio una sonrisa tranquila.

—Independencia —Se encogió de hombros.

Asentí con mi cabeza.

—Haces bien, muchacho —Le di palmaditas en su brazo como si se tratara de una mamá orgullosa. Kalem se rio.

—Hace mucho que no me cuentas un chiste, me hacen falta. Dime uno —Pidió, ya casi estábamos cerca de la biblioteca.

—Ay, no. Ya no me sé ninguno —Me hice la loca.

—No te creo, mentirosa —Me reprochó sonriendo de lado.

—Que mal por ti —Esbocé una pequeña sonrisa con la mirada al frente.

—Solo uno, por favor —Hizo un mohín con sus labios. Dándole un aspecto tierno y caliente. Una excelente combinación en mi opinión.

—No.

—Uno corto, por favor —Siguió. Las personas que pasaban a nuestro lado nos quedaban viendo, me daba risa porque cualquiera podría malinterpretarlo y pensar otra cosa.

Nos detuvimos frente a la puerta de la biblioteca y me giré a verlo.

—Puedes hacerlo rápido, luego te vas a hacer tareas y yo a mi práctica. ¿Qué dices? —Tomó un mechón de mi cabello sin apartar esos ojazos celestes de los míos.

Besos de Kalem |Completa|Where stories live. Discover now