XIV

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Hyunjin sentía la brisa golpear su rostro suavemente mientras la voz de Felix se mezclaba con el mismo sonido de la naturaleza. El pecoso iba y venía juntando las flores que encontraba en el césped mientras el castaño, sentado en un mismo lugar con las rodillas en alto, miraba el faro a solo unos kilómetros de ellos.

—...Veintitrés, veinticuatro, veinticinco. Oh, creo que se acabaron las amarillas, voy a tener que empezar con las rojas. —Felix parecía metido en su propio mundo, pero Hyunjin no lo culpaba, pues hacía más de quince minutos que había dejado de escucharlo. —Oye, Hwang. ¿Puedes sostenerme las amarillas? Mis manos están sudadas de tanto tenerlas.

El pecoso sin esperar respuesta le extendió las flores al mayor, notando por primera vez desde la hora que llevaban juntos, que el castaño no le estaba prestando atención y que no había dejado de mirar el faro desde que se sentó en su lugar.

—No va a empezar a funcionar solo porque lo mires, ¿sabes? —Se burló el menor, tomando asiento a su lado y olvidando las flores por unos minutos.

—Lo sé, solo estaba prestando atención a sus detalles. —Mintió, pues llevaba todo ese tiempo con una sola persona -si es que se puede llamar así- en su cabeza.

—Hace más de tres días que no bajas al mar, ¿estás bien? —Indagó el pecoso, mirando con algo de preocupación como Hyunjin no parecía estar apegado a la vida en la tierra y en su lugar parecía vivir en una galaxia ajena a la suya.

—Estoy ocupado.

—No, no es cierto, estás conmigo todo el día y yo no estoy ocupado nunca. —El pecoso golpeó su hombro con reproche hacia su mentira. Hyunjin le sonrió con dolor.

—¿Estás diciéndome sutilmente que no me quieres más cerca?

—Si, por favor, déjame en paz. ¿No tienes más amigos? —La burla del menor le saco una carcajada al mayor, quien le miró con indignación.

—Por supuesto que tengo más amigos.

—¿Oh, si? Entonces, ¿qué haces aquí conmigo? —Felix le miró de costado mientras Hyunjin asentía con dolor fingido.

—Bien, Lee, de cualquier forma ya no te soportaba. —El mayor se levantó del suelo y le entregó las flores de nuevo al pecoso.

—Es un alivio que al fin me dejes solo. —Le siguió el menor, tomando las flores mientras Hyunjin se alejaba dándole la espalda. 

—¡Hasta nunca, Lee!

—Nos vemos mañana, Hwang.

Hyunjin sonrió, negando con la cabeza y bajando la colina con pequeños saltos hasta tocar la arena. Miró el acantilado Corazón a lo lejos y como Felix ya no se veía por la distancia. Metió sus manos en los bolsillos y pensó en las palabras del pecoso.

Hacía días que no iba al mar, era cierto, pero no porque evitar al pelinegro le encantara, al contrario, amaba pasar tiempo con él incluso si sus conversaciones no eran mutuas o equilibradas, pero desde que Chris le advirtió que su futuro estaba a la vuelta de la esquina, no quería irse del pueblo con un sentimiento de nostalgia por tener que dejar atrás a Jeongin y lo difícil que sería si ya le había tomado cariño.

—¿Tomarle cariño a un tritón? ¿Quien con la suficiente cordura hace eso? —Hyunjin se reprochó a si mismo en voz baja, mirando la arena con cierta pena y caminando por orilla con el viento revoloteando su cabello largo.

Caminó hasta la orilla, se quitó los zapatos y dejó que el agua salada tocará suavemente sus tobillos desnudos. Dejó que el viento le diera en el rostro con dominación y por unos segundos se olvidó de su guerra con el mar, volviendo a verla como una vieja amiga después de mucho tiempo.

En las profundidades - [Hyunin] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora