VI

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Hyunjin daba vueltas de un lado de la playa al otro, girando sobre un mismo círculo imaginario hacía mínimo diez minutos. Su mano en sus labios en un acto pensante con su dedo entre sus dientes y su respiración acorde a sus latidos pesados. La arena se movía de un lugar al otro, pidiendo un solo segundo de paz, las olas rompiéndose detrás de él y el sonido del viento mezclado con la naturaleza misma. Seungmin, por su parte, se encontraba sentado al frente suyo, con las piernas en su pecho y esos lentes redondos que solía usar cuando salía.

—Hyunjin, vas a marearte si sigues haciendo eso. —Acotó el menor, apoyando su barbilla en la rodilla y mirando con cansancio a su hermano.

—Era un humano, ¿entiendes eso? ¡Él tenía rostro y pecho! —Atacó el mayor, deteniéndose para apoyar sus manos en sus ojos y tirar su cabeza hacia atrás frustrado.

—Quizás no era la criatura y solo te encontraste con ser humano normal. —Intentó calmar el pelinegro, pero Hyunjin negó con la cabeza en alto aún.

—No. —Musitó dentro de sus manos, antes de bajarlas y mirar el mar. —Sus ojos... No podría no reconocerlos. Juro que son demasiado particulares como para pasarlos por alto. ¡Tiene que ser él!

—¿Puedes tranquilizarte antes? Al menos devolviste el caracol. El mar no tiene porque acecharte.

—Si... Respecto a eso... —Hyunjin miró a su hermano con una mueca. —No, no lo hice.

—¡Hyunjin! —Seungmin se levantó de su lugar con amenaza en sus ojos.

—¡Lo intenté! ¿Si? Pero el mar me lo devolvía cada vez que se lo entregaba. Tal vez hay algo que robé y no estoy viendo. —Pensó el mayor, volviendo a llevar su mano a sus labios. —De hecho, él es quien me robo a mí. ¿Oíste, mar? Tienes mi barco, mis cañas y el maldito libro.

—Convengamos que tu vienes robandole peces hace años. —Atacó el menor, cruzándose de brazos y caminando hacia la orilla con el viento en contra.

Hyunjin volvió a soltar un suspiro viendo cómo Seungmin mojaba sus manos en el agua que llegaba lentamente hasta la arena de la orilla. Desvío su mirada hacia un costado cuando un ruido llamó su atención, notando unos metros más allá de la orilla, a Felix, el chico de pecas que debería odiar pero le caía demasiado bien como para permitir aquello, surfeando de manera prolija y con una concentración casi atractiva.

Seungmin alzó la vista, mirando con el ceño fruncido como Felix levantaba la mirada de las olas y miraba directo a la orilla, alzando su mano derecha y sacudiendola de un lado al otro en un saludo amable. Hyunjin en la arena, hizo lo mismo, burlándose del rubio cuando una ola lo tomó desprevenido y cayó directo al agua.

—¿Hyunjin? ¿Ahora te llevas bien con los Lee? —Preguntó el pelinegro, acercándose al mayor de nuevo y causando que se pusiera nervioso.

—Yo... ¿No tenías algo que hacer? —Acusó de manera manipulable, Seungmin pareció recordarlo de golpe.

—Oh, si. La leyenda. Iré a la biblioteca del pueblo a buscar sobre ella, si encuentro algo, te aviso. —Informó el menor, tomando el bolso marrón de lana que llevaba a todos lados.

Hyunjin lo vió irse por el camino de tierra de manera rápida, una sonrisa se asomó en sus labios, últimamente Seungmin era la única persona en la que podía confiar al cien por ciento. Se giró en su lugar, caminando a la orilla con las manos en los bolsillos y buscando con la mirada al pecoso entre las olas, pero por alguna razón, no había rastros de él.

Frunció el ceño, alzando su barbilla y mirando el mar por completo, pero a pesar de buscarlo a él, lo único que encontró fue su tabla sola flotando entre las olas y regresando a la arena completamente abandonada. Hyunjin sacó las manos de los bolsillos de golpe y se adentro un poco más en la orilla, buscando asustado al de cabello rubio.

En las profundidades - [Hyunin] [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora