Capítulo 1. El primer encuentro.

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Antes de empezar quería hacer una aclaración, cuando hay partes narradas en cursiva significa que son recuerdos de la protagonista, pero si en cambio hay alguna frase, eso son pensamientos de ese momento.
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Este es el inicio de una bonita historia...

Como cualquier día normal en mi vida, me desperté, apagué la alarma del móvil, me levanté y fui al baño. Peiné un poco mi pelo negro y corto y me dirigí a la cocina.

Después de desayunar y vestirme, salí a las frías calles de Nueva York.

Iba de camino a la universidad, yo sola, como todos los días desde que me mudé. En realidad no tenía amigos, bueno, los tuve, pero las cosas cambian; la relación con mis padres no era la mejor, cuando me fui de casa nos distanciamos, pero aún así los quería y se que ellos a mi también. 

-¡Maddie ¿A donde crees que vas?!- Mi madre me gritaba como una histérica.

-¡Lejos, mamá, me voy lejos de aquí!- Dije elevando el tono mientras salía de mi habitación con la maleta.

-¿Hija, por qué nos haces esto a nosotros?-

-Lo siento, pero necesito irme, no puedo seguir así- Las palabras ya no salían de mi boca, solo quería irme de allí y no volver nunca- No me voy por vosotros, lo hago por mi-

Estaba llegando a la puerta de la entrada dispuesta a irme cuando escuché, una vez más, la voz de mi madre.

-¡Cómo salgas por esa puerta...!- Antes de que acabase salí de casa y me marché corriendo con los ojos humedecidos. No quería hacerle esto, pero ya no aguantaba más.

Y así es como acabé en Nueva York. Bueno, no así exactamente, pero desde ese momento se puede decir que mi vida cambió por completo.

Respecto a mis amigos, éramos muy felices, pero como ya dije, las cosas cambian.

-¡Hola Iris!- Saludé a mi mejor amiga mientras me sentaba en la cama de su habitación.

-No podemos hablar más- Me reí ante las palabras de mi amiga, seguro que era una broma ¿verdad?

-Ya, claro- Mi sonrisa se borró cuando vi que Iris seguía con cara seria. -¿P-por qué?- Pregunté sorprendida.

-Atenea me contó que te peleaste con Noah- 

-¿Y eso que tiene que ver con nuestra amistad? -

¿En qué afectaba una discusión con mi novio a nuestra amistad?

-No podemos ser amigas si lo dejas con el, eso te quitaría toda la popularidad, y no puedo ser amiga de alguien así- Antes de poder reprochar, se levantó y abrió la puerta haciéndome señas para que me fuese -Adiós-

Noah fue mi primer amor, lo quise mucho en su momento, pero eso no era suficiente. Lo nuestro no tenía futuro, en realidad nunca tuvo un presente, por eso terminó. No era ni el momento ni la persona correcta.

Después de eso me vine a Nueva York y perdí el contacto con todos.

Y ahora estaba sola, no me importaba mucho, o eso quería creer.

Llegué a la universidad me senté en la última fila y esperé a que se acabasen las clases.

Al llegar a mi apartamento, estaba abriendo la puerta cuando una voz masculina me interrumpió.

-Hola, soy Dash tu nuevo vecino- No le contesté, ni siquiera lo miré, solo entre a mi apartamento y le cerré la puerta corriendo.

Lo necesitaba, necesitaba estar sola, en ese momento no me apetecía hablar con nadie.

Ya llevaba un rato en casa y ahora estaba haciendo un trabajo para la universidad cuando alguien llamó a la puerta.

Fui a abrirla y cuando lo hice me encontré a un chico alto, con muy buen cuerpo. Su pelo castaño y desordenado adornaba su cabeza. Tenía los ojos de un verde oliva precioso, pestañas largas, nariz respingada adornada con unas pocas pecas, labios rojizos y carnosos, dentadura perfecta y blanca. Era demasiado guapo.

Madre mía.

A este seguro que le daban muchos petit suisse de pequeño.

Inevitablemente me mordí el labio algo avergonzada al darme cuenta que llevaba un rato mirándolo sin decir nada.

-Hola, soy Dash-

Ahhh, el vecino.

-Maddie-

-Antes cuando te fuiste te dejaste esto en el suelo- me entregó unos apuntes que se me debieron de caer al entrar tan apurada.

Los agarré y le cerré la puerta por segunda vez en el día. 

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Me encontraba en la cama, ya era de noche, llevaba un rato intentando dormir, pero mi cabeza me lo impedía.

¿Por qué diría eso?

No tendría que haber hecho eso.

Lágrimas caían por mis mejillas, el aire empezó a faltar y mi cuerpo temblaba.

Decidí ir a abrir la ventana de mi habitación y poner música para distraerme un rato.

Estaba bailando y cantando a todo pulmón, ya me sentía mejor.

De repente escuché el timbre sonar y fui a abrir la puerta aún con las lágrimas bajando por mis mejillas.

-¿Podrías bajar la músi...?- Mi estúpido y pesado vecino se calló al ver mi estado -¿oye estás bien?-

-Si- Puse una sonrisa falsa y le cerré la puerta.

Creo que ya me acostumbré a cerrarle la puerta en las narices.

Dios que pesado.

¿Fui muy borde?

Pensé mientras me acostaba en cama.

Intenté dormirme, pero era incapaz.

Decidí leer un poco y poner música alta para molestar a Dash, creo que se llamaba.
Cuando mi móvil sonó.

Número desconocido.

Intento dormir

¿Quién eres?

Tu encantador vecino,
el cual no puede dormir
por tu estúpida música.

Pues lo siento pero no tengo
ningún vecino encantador,
solo uno muy pesado y
para tu información
mi música no es estúpida

¿Con qué quieres jugar eh?
Bien, pues juguemos

No le respondí, y finalmente conseguí dorirme.

***

Nota de autora.

Aquí tenéis el primer capítulo de este libro, espero que os guste.

Gracias.

Hasta el próximo capítulo;)

El inicio de una bonita historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora