Sally

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Las estrellas les dicen "Hola" a la oscuridad que cubre el parque en su totalidad, las ramas de los árboles crean un canto algo tenebroso al chocar, sus hojas se mueven producto de una cálida brisa nocturna. Solo un ser rutinario pasa a por aquel sendero; un señor vestido completamente de negro con un fiel bastón y un sombrero, anda con pasos firmes para nada rápidos recorriendo el parque sin premura, en busca de algo o alguien, tal cosa no le desespera para nada busca con tranquilidad de no rebasar en sus pasos. Con sus botas va dejando un sonido en el aire al chocar contra el suelo, su mente va vagando en lo más profundo de sus recuerdos, en esos momentos que esa pequeñina de pelo castaño corría torpemente en su dirección al llegar a casa y en esos días a por las cuatro de la tarde que caminaba junto a ella, tomados de las manos, mientras ella daba saltitos y contaba diversas historias de cosas que le ocurrían en la escuela. Siempre al final se quedaba en silencio esperando a que le contase algo que le haya pasado a él en el trabajo... nunca le decía. Ahora va pasando por ese mismo sendero sin ella, a las once de la noche, con cada paso pensando en algo que le haya acontecido, aunque siempre terminará en lo mismo: nada.

«No, está vez no será igual» piensa antes de articular: —Hola hija...

Lleva pasando por ahí ya monótonamente y sigue doliéndole el decirle "hija". Ya cuatro años sin la hija menor, esa, la que era dueña del brillo de sus ojos. Hasta evita verse en un espejo; ella tenía su mismo color de ojos.

—Quiero contarte cómo me ha ido hoy.

 Le invade la dolorosa tristeza al saber que nada nuevo le ha pasado, en cambio recuerda que ella se enganchaba de su brazo pidiéndole que le contará "»¡Papá, papá, papá cuéntame, cuéntame por favor!»". Incluso se ponía a contarle qué quería ser cuando fuera grande, descartando a por unos y optando otros.

Como policía debía andar todo el día ocupado, se debía a que se andaba viendo pérdidas de niños; y continúa eso cosa que le preocupa, no quiere hablarle de eso a su hija habiéndole ocurrido lo mismo a ella. Qué más podría contarle, nunca ha sido una persona muy habladora o siquiera simpático lo único que le gusta es ayudar. Aunque no parece de fiar delante de las personas que se llevan de las apariencias, se es de admitir que, gracias a las escenas de las vivencias se puede llegar a cambiar más de lo que gustaría.

Se detiene de repente. No es su primera vez caminando por ahí sin embargo sí la primera vez que escuchaba el grito de una chica. Pone atención en el silencio que se planta en el lugar en espera de otro grito para así deducir su procedencia, ese grito le parece ser de tormento.

 En su aproximar escucha la voz de un hombre en la dirección que creía era: —Shhh... nadie te escuchará preciosa.

 No hay nada en el mundo que él no aborrezca más que el maltrato a una mujer, a niños o, como en este caso a una embarazada (son las últimas dos juntas). Observa mientras se va acercando, con nada de gusto, cómo el individuo mete su mano derecha en la entrepierna de la joven embarazada, que lleva un no tan largo vestido, algo impotente de actuar porque claro es, no sería para nada bueno que se le zafe un balazo del arma que el hombre sostiene en su mano izquierda dentro de la cueva bucal de la señorita.

Primera vez que le acontece conocer a la víctima en sus antaño de trabajo como jefe de policía, le es algo doloroso.

—Si prometes no hacer ruido, te sacare la pistola ¿Ok?

La muchacha solo asiente con la cabeza, con una clara dificultad, ya las lágrimas rondan en sus mejillas como carros de carrera.

 El hombre comienza a sacar el arma y rápido se va sacando los pantalones también, ella intenta aprovechar eso para irse y en el mismo instante que se mueve el hombre le pega con la parte trasera de la pistola así haciéndole sangrar a por la boca, ella grita, inevitablemente, grita con sangre brotando de su boca. Ya con su miembro erecto fuera, él se lo intenta introducir, ella no consigue moverse ni un poco él la toma de ambas manos inmovilizándola.

 El antiguo detective aprovecha la distracción del hombre y le pega una patada en sus costillas derechas haciéndole tumbarse de lado. El doloroso golpe lo hace retorcerse en el suelo— ¡Te gusta meterte con las muchachas ¿Eh?! ¡Te mostraré lo que en verdad es bueno! —Y ahí empieza a golpearle con el borde de su bastón de una forma redonda; una y otra y otra vez en sus tripas con frenesí expulsando así su contrariedad ante todo esto. El abusador intenta tomar su arma, pero Waller la patea y está se mete debajo de un enorme bote de basura.

—No. No te preocupes, grita, grita que ¡Nadie te escuchará! —Le exclama sus mismas palabras y le pisa la mano haciéndole gritar aún más fuerte.

Lo deja inconsciente de otro golpe, va a por la muchacha que vio todo con horror, arrodilla una pierna ante ella y la estudia con la mirada.

—Tranquila, no tienes que decir nada —con voz suave le comienza a hablar.

Al intentar levantarla ella se aleja; está aterrada a por lo que vio que hizo. Él no tenía de otra ¿O si?

»Oye, tenía que hacerlo o te haría algo mucho peor. Te lo aseguro.

Ella llora mientras sostiene su panza. No sabe si debe de creerle.

»Necesito llevarte a un hospital. Tu bebé pudo haber sufrido daños, Sally.

Ella agacha su mirada aún desconfiada, y como no si dicen malas cosas de él: que le pegaba a los prisioneros, que al caer la madrugada se vuelve un asesino a ciegas, que... mato a su hija, peor aún murmuran que él abusaba de su hija, sin pruebas, claro, solo son palabras de que lanzó a su hija al mar y que esa es la razón de por qué no la encuentran, o tal vez la tiene enterrada en el jardín de su casa pero como es un gran detective no lo toman como el posible causante de la desaparición de su propia hija. O eso dicen a sus espaldas.

»Sally, acabo de llamar a emergencias. Pronto llegarán los primeros auxilios a atenderte.

Pasa muy poco tiempo para que comenzara a acontecer lo que él anuncio, la revisan de forma superficial, la montan en la ambulancia, y se la llevan.

Y él de nuevo se queda solo, muy apenas consiguió cruzar algunas palabras con ella. En realidad, ninguna ya que ella no despego su mirada del suelo. A uno de los chicos de los que llegaron en la ambulancia él le paso el número del celular de la madre de Sally, no quería tener que llamarle él mismo muy de seguro se imagina cómo ella reaccionaría: de que fue él el causante de lo que le pasó a su hija. Observa el cielo. Es un hombre después de todo, ella apenas una niña, mmm... pensándolo mejor ¿Qué hacía ella estando embarazada en la calle cincuenta y siete a las doce de la madrugada?

Jóvenes, siempre tentando al peligro, de muy seguro se pasó a casa del padre de su bebé o algo por el estilo, quién sabrá, igual le va a tocar descubrir qué es lo que pasa, pues ni mujer embarazada ni ninguna otra persona que carezca de defenderse por sí sola podrá andar a altas o bajas horas de la noche...

〔 PARTE 1 〕

Un CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora