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Viernes, 17 de Febrero del 2019

VERÓNICA LINCOLN

Abrí los ojos y espere hasta que la luz dejara de cegarme. Mire hacia mi izquierda, vi una ventana y a lo lejos, una montaña cubierta de nieve a través de ella. Gire mi cabeza hacia la derecha, había una pared con una enorme cristalera que daba hacia un pasillo, por el que no dejaban de pasar personas con un uniforme blanco. Al lado de la ventana, una puerta blanca.

Sin estar consciente del todo, intente incorporarme poco a poco, pero un punzante dolor en el costado me lo impedía, como si tuviese una enorme herida cicatrizando. Di una vista general a toda la habitación y mi mente comenzó a ubicarse.

¿Un hospital? ¿Qué hacia yo en un hospital? Y sobre todo, ¿Qué era este horrible dolor? ¿Me habían operado?

Empecé ha echar la vista atrás y poco a poco los recuerdos vinieron a mi.

Fred. El partido. El instituto. Mi vestido. Los incómodos tacones. Las miradas de la gente. Yanet y Stuart. Y finalmente lo recordé, me maree y perdí el conocimiento. Pero aun así, ¿porque he dormido aquí? La ultima vez me hicieron pruebas y como no encontraron nada, me dieron el alta. ¿Acaso han encontrado algo?

Mi atención se centro en uno de los barrotes de la cama, el cual tenia un mando con tres botones. Una flecha para arriba, otra para abajo, y un botón amarillo con una campana. Levante el brazo para pulsar el primero. Me costo un poco ya que tenia una vía puesta y me dolía bastante. Finalmente lo pulse y el respaldo de la cama comenzó a curvarse mas y mas hasta que levante el dedo y se detuvo, dejándome totalmente incorporada. Después, probé a pulsar el botón amarillo, el cual supuse que seria para llamar a alguna enfermera como se solía hacer en las películas. Y efectivamente, en menos tiempo de el que pensaba, un enfermero alto y levemente musculado que tenia la pinta de haberse graduado ayer, entro por la puerta.

Era bastante atractivo y parecía sociable. Tenia una nariz aguileña que complementaba a sus ojos azules y a sus labios carnosos. Lucia un pelo castaño claro con un corte estilo "mop-top" moderno y una letra china tatuada en el cuello.

Miró el portafolios que tenia en la mano y después me miro a mi. — Oh, Verónica. Veo que ya te has despertado. Iré a avisar a tu madre.

— ¡Espere, espere, espere! — Dije antes de que se diera la vuelta por completo. — ¿Qué hago aquí? ¿Me pasa algo?

El rio por lo bajo, al parecer le hizo gracia el tono de desesperación que use para preguntar. — De momento no te hemos encontrado nada, por lo que puedes estar tranquila. — dijo con una sonrisa tranquilizante en sus labios. — Lo único que nos ha preocupado ha sido el estado de coma repentino.

Se me fue completamente la respiración. — ¡¿Coma?! ¡¿Cuantos años han pasado?! — exclame aun mas confusa y desesperada.

El enfermero volvió a reír. — ¿Años? Creo que ves muchas películas. — Contesto llevándose la mano libre a la frente. — Tranquila solo han pasado tres días.

Suspire aliviada, pero un recuerdo bombardeo mi mente de repente. — Espera, ¡¿Y el examen de matemáticas?!

— Yo de eso ya no tengo ni idea. — Dijo sin perder la sonrisa, después dio media vuelta para dirigirse a la puerta. — Voy a avisarle a tu madre de que ya has despertado. — Finalmente salio de la sala.

El silencio volvió a reinar en la habitación y el dolor volvió a mi lateral. Levante el camisón que me habían puesto y observe la zona, la cual me quede mirando con total perplejidad. Tenia la zona hinchada, levemente enrojecida y amoratonada. ¿Qué me había pasado?

El hilo que nos une.Where stories live. Discover now