CAPÍTULO VII

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Había terminado por llenar cuatro baúles y a duras penas se cerraban

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Había terminado por llenar cuatro baúles y a duras penas se cerraban. Lucca estaba sobre la cama, estirado completamente y observándome sobre el libro que parecía estar leyendo.

Suspiré mientras batallaba por cerrar mi equipaje. El pelirrojo me miró sobre las hojas de su libro y casi lo estrangulé cuando vi como sonreía, divertido.

—Oye, ¿de verdad necesitas tantas cosas?

Entrecerré los ojos en su dirección.

—Voy a pasar semanas en mitad de un bosque para después acabar en una corte enemiga. Créeme, sino he metido dos botellas de vino en el equipaje ha sido porque ya llevaba una petaca.

Lucca enarcó una ceja, estupefacto —. Pero…Pero, ¡irás con el futuro rey, Éire! Tienes que tomarte en serio tu trabajo.

Bufé mientras colocaba los baúles en el suelo.

—Me lo tomo bastante en serio, si fuera de otra forma me llevaría esas dos botellas.

Lucca simplemente suspiró resignado mientras volvía a fijar la atención en su libro. Barrí de nuevo con la mirada mi habitación, comprobando que no se me olvidase nada de vital importancia.

Había revisado los aposentos de Idelia, pero allí no estaban aquellas hierbas y, muy a mi pesar, no tenía ni idea de cómo se llamaban o donde las conseguía. Así que, dado a que tenía una grandiosa suerte, probablemente moriría en aquel bosque por insomnio y locura antes de ser devorada por alguna criatura mágica.

—Señorita, ¿puedo ir bajando su equipaje? — me preguntó uno de los guardias que habían estado esperando en la puerta. Al ver que le eché una mirada desdeñosa, él se apresuró en añadir — : El príncipe Keelan está esperando. Deberíamos darnos prisa, señorita.

Le volví a mirar mal.

— Pues que espere aún más.

Ahí fue cuando se retiró de nuevo a su sitio y guardó silencio, evitando mi mirada.

Miré de nuevo a Lucca, el cual se encontraba aún prestando atención a su lectura. Le había asegurado más de una vez que yo podría conseguirle un trabajo en la biblioteca real, o tal vez incluso de copista, pero él siempre había rehusado mi favor.

Había visto sus escritos, los cuentos que escribía cuando no podía dormir desde que tenía quince años. Lo había visto todo.

Y pocas veces había visto trabajos tan exquisitos.

Su ortografía era más que decente para no haber recibido una educación adecuada, su caligrafía era maravillosa, y su lírica era inigualable para alguien de su edad. Lucca era, sin duda, una de las personas más brillantes que había conocido.

Muy a mi pesar, no quería ninguno de los trabajos que yo le había ofrecido. Siempre se negaba alegando lo mismo: <<No voy a aceptar tu pena. Ya acepté muchas limosnas en su día, ahora quiero conseguir el éxito por mi cuenta>>

Reino de magia y sangre [Disponible en Físico] ✔️जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें