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—¡No puedes obligarme a casarme con ese sapo asqueroso!

El sonido de una cachetada llenó el ambiente. Mikasa jadeó y el dolor atravesó mi piel pronto fui consciente de la mirada furiosa que mi madre estaba dedicándome. Temblando de impotencia, me aguanté las lágrimas y llevé mi mano hacia mi mejilla que estaba poniéndose roja debido a la intensidad del golpe recibido.

—No te permito que te refieras a él de esa manera —sacó mi madre apenas levantando la voz. Parecía mantenerse en calma, pero en realidad ella estaba molesta en el interior—. Rod Reiss es un buen hombre, será un alfa increíble para ti.

—No finjas que lo haces por mi bien —refuté con una risa vacía, en un afán de contener el llanto—, sé que todo lo haces por conveniencia, usas a tu propio hijo como moneda de cambio, como un maldito objeto, debería darte vergüenza, madre. 

Ella no soportó esa desobediencia de mi parte, con otra mirada furiosa, volvió a golpearme más fuerte que anteriormente. El sonido sordo me puso los cabellos en punta y escuché el llanto de Mikasa volviéndose más audible.

—Cállate, mocoso malcriado. Ya acepté su oferta  —me avisó con fuego surgiendo desde lo profundo de su mirada oscura—, y no hay nada qué puedas hacer para impedirlo. Recuerda que tú sólo eres un simple omega, eso quiere decir que me perteneces, puedo hacer contigo lo que yo quiera. ¡Podría venderte a un prostíbulo y nadie podría hacer nada para ayudarte!

Mi corazón se rompió. Que mi propia madre dijera esas cosas trastornó mi mundo, me sentí tan impotente y poca cosa. Ahora entendía que ella sólo me miraba como un objeto, algo que podía cambiar por unas cuentas monedas, por algo tan burdo como el estatus. No lo soporté más, me dejé llevar por las tristes emociones que se empujaban contra mi  razón y comencé a llorar incluso contra mi voluntad.

—¡Mamá, ya basta! —Mikasa corrió a mi encuentro y me abrazó, como si su lado alfa, apenas desarrollándose, le pidiera que me protegiera.

—No te metas en esto, Mikasa —siseó nuestra madre, con un tono tan helado que congeló a mi hermanita. Ella apenas era una niña, su alfa todavía no podía imponerse a nuestra madre, no importaba cuánto Mikasa quisiera cuidarme no había mucho que ella pudiera hacer—. Tú hermano debe entender cuál es su lugar en esta vida.

—Haré todo lo posible para que esa boda no se lleve a cabo —jadeé limpiándome las lágrimas que se por derramaban mis mejillas.

—No digas tonterías, Levi. Tú destino ya está escrito y no hay manera de cambiarlo. Te casarás con Rod Reiss en menos de un mes, quieras o no.

Mi madre se rió suavemente, burlándose de mí, de lo poco que significaba para ella. Mikasa apretó los puños por no poder ayudarme y yo le acaricié el hombro para calmarla.

—Ya veremos, madre.

Tras eso, abandoné la habitación y, escuchando a mi hermanita gritando desesperadamente mi nombre, me fui de casa sin mirar atrás. Enojado, sin preocuparme por ver el camino, corrí por las calles de Ciudad Subterránea alejándome lo más que pudiera de mi hogar.

Pronto se hizo de noche, pero no me importó. Corrí hasta que me quedé sin aliento, me zumbaban los oídos y el corazón me latía tan rápido que por un momento pensé que se me saldría del pecho. Cansado, perdido en la enorme ciudad y con mis sentimientos hechos trizas, me recargué en la pared más cercana, llorando y respirando con dificultad.

—Oh Dios mío, ¿estás bien, cariño? —de pronto esa estridente voz femenina resonó a mi lado. Me limpié las lágrimas tan rápido como pude y asentí muchas veces, sin voltear para encarar a la persona que estaba viéndome en ese momento.

OMEGA FUGITIVO (EreRi). Where stories live. Discover now