El tiempo volaba mientras él continuaba allí dentro, su percepción era distinta y lo que para Zhan fueron cinco minutos, en verdad fueron treinta y cinco. 

Los cristales de la mampara estaban empañados aunque, al cerrar la llave, las gotas comenzaron a bajar por ellos uniéndose unas con otras. La suave toalla cumplió su función de secar para luego servir de falda, ocultando la mitad baja de su anatomía aún sabiendo que nadie lo vería.

Entró en el vestidor donde los trajes, calzados y complementos estaban ordenados perfectamente, distribuyéndose alrededor de un sillón rojo formado por dos cojines de plumas.

Sin pensar mucho, empezó a vestirse con una camisa blanca y unos pantalones negros a juego con la chaqueta y la corbata; toda la pinta de un empresario aburrido. Así era, para qué mostrar algo diferente.

Tras peinarse y gastar un cuarto del bote de perfume, descendió al primer piso colocando el reloj de vuelta en su muñeca. Saludó cordialmente a la señora de la limpieza quién quitaba el polvo de los muebles del salón, toda la planta era espaciosa y abierta pudiendo ser vista la cocina, la sala y el comedor a la vez.

– Señor, podría hablar con usted un momento – le pidió la mujer.

– Por supuesto, ¿qué desea, señora Jin?

– Verá, mi hija está a punto de dar a luz y le quería pedir si era posible darme algunos días de vacaciones para estar con ella.

– ¿Va a ser abuela? – la noticia lo sorprendió.

– Sí – sonrió.

– No lo sabía, enhorabuena.

– Gracias.

– No se preocupe, puede irse el tiempo que necesite y no le daré de baja. Además, llámeme cuando nazca así puedo regalarle algo al bebé.

– Es demasiado, señor Xiao.

– No es nada, se lo aseguro.

– Muchas gracias de corazón – mostró sus respetos con una reverencia.

– Por favor no haga eso. Trabaja para mí desde hace años y la considero como una madre, no debe comportarse de esta manera – la puso derecha sonriendo.

– Es usted un ángel.

El agradecimiento fue retenido en la garganta cuando el timbre advirtió de la llegada de YuBin. Las ocho en punto, puntualidad era su segundo nombre.

– Voy a abrir – comunicó la mayor yendo a la puerta.

– Ya lo hago yo, es para mí. Señora Jin no se sobresfuerce mucho y tómese el resto del día libre, volveré tarde.

– Páselo bien – se despidió.

– Páselo bien – se despidió

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– ¿Este es el lugar?

– Te dije que no era una fiesta – el de sonrisa permanente golpeó su hombro antes de entrar en el local.

Solo una copa de Whisky | Yizhan 🔞 *Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora