X

5 1 0
                                    

— ¡Blasfemos, todos ustedes! Dadme su atención, pues soy ahora su condenador —emergió de la nube de humo un Dios de cabellos negros cual azabache con ojos de igual color, mostrando furia en sus palabras y expresión.

—Zeelev, ¿qué te ocurre? —Destiny preguntó. Ella conocía a ese Dios, había crecido al mismo tiempo en que ella y Life empezaran en su capacitación angelical.

— ¡Cállate, asquerosa guardiana! —una ráfaga de viento la golpeó, haciéndola caer el suelo.

Los presentes fueron rápidamente hacia ella, para ver si se encontraba bien.

— ¡Zeelev, ¿qué infiernos haces?! —le gritó Life, alzándose en sus alas naranjas.

Nadie iba a maltratar a su alma gemela, ni siquiera un Dios agrandado.

— ¡No tienes el poder de hablar, sucio ángel! No me importa si tú y tu querida compañera hayan sido capacitadas conmigo, no tienen ni el mínimo de mi poder —escupió, envolviendo al ángel de cabellos naranjas en su nube y atrayéndola hacia él, encadenándola con cadenas malditas por Tennurus, haciéndola gritar—. Ustedes, seres incompetentes, se han dejado manipular por una escabrosa alma condenada. El infierno era su lugar, su destino ser maltratado allí —empezó a contar, teniendo a Nathan en su vista—. Se dejaron corromper, y por poco corrompe en vida y después de ella al alma más pura que he visto —su mirada cambió de dirección, asentándose en Frey— ¡Inútiles! Pagarán ahora por todo esto. Con la furia de Zeelev, Sub-Dios de la selección de las almas. Su infierno comienza ahora.

Destiny había sido encadenada también, manteniéndola lejos de Life.

Eukrattos mantenía a los amantes tras su espalda, protegiéndolos a toda costa.

Ningún cabrón que no sea yo se mete con el imbécil de Nathan Bellum. Y nadie toca a Friederich Maslow.

— ¡Sub-Dios! —gritó el rubio, saliendo de las espaldas de Eukrattos. Mierda— ¿Escuchas el prefijo? ¡No eres tan poderoso como un Dios de verdad! ¡Cualquier par de almas gemelas puede destrozarte en un santiamén!

— ¿Qué estás diciendo, sucio pecador? ¿Osas a desafiar a un Dios?

— ¡No eres un Dios, eres la mitad de eso! Y si las almas gemelas pueden acabar con un Dios, más fácilmente lo harán contigo.

— ¿En serio, gran falible?

—Oh, no te tengo miedo, diosecito, he pasado por peores cosas —expresó el rubio—. Puedo aguantar unos cuantos golpecitos tuyos. No me causas temor.

—Dudas no tengo de que no te importa sufrir, nefasto. Pero, sí te importa el sufrimiento de otro ser, ¿no es así? —Con una sombría sonrisa, envolvió al otro joven en una nube de humo, levantándolo— Todo acto contra los Dioses se paga de la manera que más te duela —dicho esto, dejó caer contra el suelo a Frey.

No, no, ¡Friederich!

Corrió hacia él, estaba inconsciente, no abría sus ojos, no respiraba.

—No otra vez, ¡Frey! No me hagas verte morir otra vez, Friederich Maslow. Vamos, no ahora, tú puedes despertar esta vez. Vamos, ya no hay nada a lo que temer. Puedes huir de esta.

Los gritos de las guardianas resonaban por todo el limbo, trayéndoles recuerdos.

Otro jalón de esas cadenas quemando sus manos.

Otro grito desgarrando sus gargantas.

Su alma buscando su complemento. Sin poder conseguirlo.

The Hell in The HeavenWhere stories live. Discover now