I

39 9 95
                                    

La luz era cegadora cuando desperté haciéndome difícil abrir los ojos, me di cuenta de que estaba en algo acolchado, ¿una cama? No, no sentía las orillas.

Los abrí mientras me sentaba, estaba encima de algo parecido al algodón, muy cómodo, alrededor había como una sala donde había más algodones y personas vestidas con ropajes blancos, me miré a mí mismo, también cargaba uno.

¿Era un hospital? El diseño había cambiado, no recordaba que hubiera uno así en mi ciudad, ¿estaba en otra? ¿Qué me había pasado?

—Friederich Maslow, nombre y apellido de grandes aportadores al conocimiento, pero tú prefieres que te llamen Frey, ¿no? —una mujer de vestimenta azul me tocó el hombro antes de comenzar a hablar, sobresaltándome. Asentí apenas— No te asustes, responderé cada una de tus preguntas.

Deduje que era una doctora, así que suspiré aliviado antes de bombardearla con inquisitivas.

— ¿Dónde está mamá? ¿Y Nathan, dónde está él? No recuerdo nada de lo que ocurrió, ¿mi novio está bien? ¿Dónde estoy? —mi voz era rápida y preocupada, de verdad no recordaba nada.

Mi último recuerdo era estar sentado sobre Nathan en su auto, hablando sobre quedarme con él esa noche... Joder, iba tarde a casa de Nate.

—Vamos paso a paso, Frey —avisó, yo asentí con la cabeza antes de que ella empezara a contarme todo—. Tu mamá, ella está en su casa, está bien. Nathan es tu novio —murmuré un corto "si"—, de él hablaremos luego —fruncí el ceño—. Y por último, estás en el paraíso, el cielo, como quieras llamarlo.

¿El qué? ¿El paraí...?

— ¿Qué? No —me levanté de golpe, respirando con dificultad—. No, no es así, ¿estoy muerto? No puedo estar muerto, esto es una broma, alguien está jugándome una broma, yo lo sé, esto... —la palabrería que estaba soltando paró con un sollozo que se me escapó.

¿Muerto? ¿Mi vida había terminado, así de fácil?

Tenía sólo 20 años, ¿mi destino era morir así de rápido?

— ¿Cómo? ¿Cómo morí? ¿Cuándo? ¿Por qué? Respóndeme, por favor —pedí en un gimoteo sentándome otra vez.

Me había ido, había dejado sólo a mi chico, a mi mamá, a mis amigos.

Mi vida había acabado así como así, sin darme cuenta. No me pude despedir, no pude...

—Fue un tiroteo, como una emboscada. Recibiste un balazo en el pulmón, te desangraste. Moriste en sus brazos —explicó—. Tus últimas palabras fueron...

—Duele, duele, Nathan, por favor, ayúdame a pararlo —lloré, ella asintió— ¿Qué... qué fue lo último qué me dijo? No lo recuerdo.

—No lo sé, sólo sé lo que dijiste, tampoco lo oíste. Soy Destiny, tu ángel guardián, cuando moriste automáticamente subimos aquí. ¿Recuerdas lo qué te dijo antes del tiroteo, Frey?

—"Quédate conmigo esta noche, quédate conmigo para siempre" —cité—, ¿no? No puede ser, no me quedé con él —entonces volví a sollozar.

Perdón, amor, perdón. Lo siento, no quise dejarte sólo.

—Sí, eso fue. Lamento todo esto, Frey, pero es la ley de la vida. Tu familia y amigos lo superarán, cariño, podrás "descansar en paz" o lo que sea, aquí estarás bien, no habrá más dolor —me consoló, mordí mi labio mientras una pregunta llegaba a mi cabeza.

—Tú dijiste familia y amigos, ¿qué hay de él? ¿No lo va a superar? —estaba aterrado de que tuviera que vivir el resto de su vida lamentándose y culpándose por mi muerte.

The Hell in The HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora