V

5 2 0
                                    

—Destiny —el llamado de su protegido hizo que la guardiana saliera de sus pensamientos y le otorgara su atención—, quiero preguntar por alguien que murió... Bueno, en realidad por dos personas.

— ¿Quieres saber si están aquí o allá, no? Yo no sé sobre todas las almas, Frey, mi deber era cuidarte y mi atención siempre fue tuya, pero puedo averiguar si es lo que quieres, ¿quieres decirme sus nombres?

—Ava y Clan Bellum —pronunció los nombres de quienes habían criado a Nathan, de quienes habían dado todo por él, incluso su vida.

—Los padres de Nathan —ella murmuró.

—Me sorprendo de cuánto sabes sobre él y las cosas que me ha dicho o que he visto, Destiny.

—Lo conozco, aunque no tanto como tú, recuerda que en el tiempo que pasabas junto a él yo también estaba allí. Cada cosa que te dijo yo la oí, mi deber era estar pegada a ti como un chicle, hasta recuerdo tu expresión cuando lo conociste, esa emoción nadie te la quitó del rostro.

Frey se sonrió al recordar el primer día que vio a Nathan, sin dudas se había sentido atraído por él desde un principio.

Cuando el chico de piel dorada conoció al rubio, no fue el único con un mirar destellante. Después de todo, la reunión de dos cuerpos intangibles después de poco más de dieciocho años fue digna de admirar por aquellos ángeles que estuvieron en el lugar.

Los días posteriores a ese la morena se encargó de preguntar a aquellos otros ángeles por los padres de aquel rubio que tanto amaba su protegido, sin recibir respuesta.

Frey empezó a desanimarse pensando que tal vez habían acabado en el infierno, eso sería una gran decepción para Nathan. Y aunque siempre intentaba ser positivo, ese constante sentimiento de estar incompleto siempre se asentaba en su pecho al pensar en las torturas que podría estar recibiendo su chico de ojos cuales esmeraldas.

De solo pensar en la opacidad de tus ojos, amor, siento que acabaré haciendo algo para estar allí, supliéndote, porque tú no mereces esto. Tanto que luchaste por un poco de brillo, tanto que te costó recobrarlo. Pero tranquilo, lo vas a recuperar, te lo prometo, yo te ayudaré.

—Amparado mío —los acuosos ojos se hicieron presente frente al pelinegro quien le sonrió a su portadora, estaba con sus alas al aire—, tengo noticias para ti y tu búsqueda.

—Házmelas saber, por favor —pidió, ella asintió guardando sus alas.

—Ava y Clan Bellum dejaron este plano —le contó con una sonrisa—hace dos años, cuando tú y Nathan se conocieron, ellos se sintieron en paz al ver que su hijo tenía alguien más, además de su mejor amigo. Decidieron reencarnar, sus almas estaban listas para tomar otro cuerpo.

Las palabras del ángel hicieron a Frey sentirse en sosiego, él había sido de confianza para los padres de Nathan.

Cuidaré de él, ustedes tomaron una buena decisión.

—Sin embargo, eso no es todo —prosiguió materializando un pergamino asegurado con una cinta color verde—, ellos le escribieron esto a su chico por si al morir decidía buscarlos, está asegurado con el amor paternal y maternal por lo que no podemos abrirlo, pero tú puedes guardarlo para cuando vuelvan a verse —le dijo entregándole el papel.

Papel que contenía buenos deseos, disculpas, felicitaciones y amor rebosante de padres hacia su niño, papel que para cualquier hijo sería un tesoro sin igual.

Frey lo aceptó y lo guardó entre su ropa, cuando volviera a su habitación lo pondría en una gaveta deseando él que por poco tiempo, hasta que viera al heredero de esas palabras que sabía anhelaba leer, sentir.

—Ha sido difícil buscar entre todos los Bellum del mundo, pero lo logré —el ángel sonrió con victoria—, además Zeelev me ha ayudado mucho.

Zeelev era el Dios hijo de los Dioses de las almas, Zaaret y Meilev, él actuaba como cuidador de las almas que residían en el cielo, y a veces suplía a sus padres en la decisión del lugar de las almas.

—Zeelev, ¿el Dios? ¿Cómo haces que un Dios te ayude en una tarea tan banal? ¡Es asombroso! —Frey exclamó.

—Bueno, creo que es un Dios preocupado por las almas humanas, así que me ayudó.

Él asintió, y después de cruzar otras palabras con su guardiana decidió irse a descansar en su pequeña habitación, pero la alta figura de otra guardiana se hizo presente frente a ambos.

—Frey, vine a traerte noticias sobre Nathan —comentó la pelirroja sonriéndole.

Ella era de las más emocionadas con llevarles noticias del otro a los amantes. Aprovechó su condición de protectora de un condenado para esto, pues ella podía subir y bajar cuando quisiera hacerlo.

—Es todo un privilegiado ahora, ¿sabes? Eukrattos no lo odia como a todas las almas, me atrevo a decir que hasta aprecio le tiene, aunque siempre se están gritando, y cómo él es la mano derecha del Gran Castigador puede decidir cómo castigar a quienes están bajo su merced, y no es tan cruel con él. Está bastante bien a pesar de las torturas, y te manda a decir que: te ama sin dudas, a pesar del miedo —citó, él sonrió ligeramente ante las palabras que recibió de la guardiana de su chico—. También me pidió que te diera esto.

Acto seguido ella lo abrazó rodeándolo con sus alas.

Él había sido abrazado por Destiny y sus alas blancas consoladoras, las de Life eran color naranja calmado, y a él le hacían aligerar su pena y remplazarla con alegría, a diferencia de las alas de su guardiana que le obsequiaban sosiego y paz.

—Mis abrazos no son como los suyos, pero espero que pudieras sentir todo lo que él quiso decir pues quedó impregnado en cada una de estas plumas —expresó, Frey secó las pequeñas lagrimillas que se deslizaban por sus mejillas.

—Ha sido muy parecido, Life. Muchas gracias por todo esto que haces por nosotros, de verdad. Cuando te sea asignada otra alma va a ser difícil no verte rondando por aquí pegada de chicle con Destiny —comentó sacándoles una risita.

— ¿Qué puedo decirte, Frey? Tu ángel y yo nos hicimos grandes amigas cuando ustedes se conocieron —pronunció rodeando los hombros de la morena con su brazo, Frey pudo percibir cierto brillo en ambos pares de orbes que parecían complementarse, azul y verde cuales aguas rebeldes cruzando un espeso bosque.

—Me alegra mucho que ustedes pudieran conocerse gracias a nosotros, protectoras esenciales.

Cruzaron otro poco de palabras antes de que el pelinegro se fuera, despidiéndose de ambas con un "las veo mañana".

Pero al día siguiente ninguna se materializó frente a él, y si las veía lo miraban, le sonreían y desaparecían sin dejar rastro.

Cómo si pudieran dejar uno, son ángeles, bobo.

Y muchos días posteriores a ese las guardianas hicieron lo mismo.

¿Será que les asignaron almas nuevas y ahora esperan por su nacimiento?

Le desencajaba el no tener al par de angelicales mujeres alrededor de sí diariamente, pero lo que más le devolvía al desasosiego era que ya se contaban tres semanas sin saber de Nathan por su ángel.

Habían pasado ya cuatro meses de su muerte, cuatro meses sin ver a Nathan u oír su voz de otra forma que no fuera en sueños o recuerdos.

Pero además habían sido cuatro meses sin ver a su familia, así que decidió bajar a la tierra un momento a ver cómo se desenvolvían su madre, padre, madrastra y hermana a raíz de su pérdida.

Y aunque pudo sentir el dolor del luto, se tranquilizó al ver que había ángeles rodeándolos con sus alas todo el tiempo.

El poder de las alas de los ángeles, el poder de la protección.

The Hell in The HeavenWhere stories live. Discover now