Prólogo

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El ligero ruido de la música saliendo del parlante de su auto, música que había sido elegida por mí porque me recordaba a él pues hablaba sobre la belleza de alguien de ojos verdes, cuando la oí me dije que sería enteramente suya, el clima cálido, sus manos en el volante y su voz tarareando la letra. Detalles que siempre permanecerían en mi mente por lo llenaderos que eran, lo hogareños que se sentían.

Estacionamos en su casa, pero permanecimos en el auto disfrutando del silencio, de la compañía.

—Hey —lo llamé, me miró en seguida obsequiándome su atención.

—Dime, amor —sonreí por ese apodo, siempre había sido mi favorito. "Amor", que me llamara así, dándome el nombre del sentimiento que más mueve el mundo de la gente era como recibir mil besos suyos, mil caricias, tener su calor con sólo un apelativo.

—Te amo —susurré robándole una sonrisa de labios cerrados y dándole rubor a sus mejillas, iluminándolo—, te amo tanto.

—Te amo —me contestó—, te amo y soy capaz de atravesar el infierno por ti.

Lo hermoso que fue tener el día completo con él, riendo y haciendo a un lado las preocupaciones de la vida como unos niños, fue incomparable, y creí en ese momento que podría llamarlo el mejor día de mi vida

—Por ahora, sólo déjame quedarme contigo esta noche.

Aceptó con un asentimiento de cabeza, agradecí sonriente subiendo a su regazo y besándolo suavemente, tratando de deleitarme completamente con sus labios, él sonrió y depositó un beso en mi frente.

La vida, si tan solo hubiese sabido que acabaría para mí ese día hubiese hecho tantas cosas.

Me hubiese despedido de mi familia abrazándola grandemente, le hubiese dicho a mi profesor de matemáticas que era un imbécil.

—Quédate conmigo esta noche, quédate conmigo para siempre —susurró antes de volverme a besar.

No hubiese esperado hasta el día siguiente para pedirle que volviéramos a salir.

Hubiese alargado más ese beso, le hubiese pedido que volviera a llamarme "amor", le hubiese dicho que le amaba tantas veces.

Si hubiese sabido que ese sería el último día de nuestras vidas, hubiese gritado para que él no sufriera tanto.

The Hell in The HeavenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora