Capítulo 5. Un agradable reencuentro

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Seis años después 

Zazil Ha

Las espadas se cruzaban, de lado a lado. Tocándose en cada momento. Sonaban sin cesar, con el ritmo de la marea, las olas cercas y los pájaros volando al horizonte. Mi mano estaba firme, agarrando la delicada arma contra mi enemigo. Parecía una danza, una danza feroz y peligrosa. Mi compañero-enemigo pensaba que ganaría esta vez, pero el destino, decidió que no estaría a su favor, si no al mío.

No debió hacer ese movimiento, lo debilitaba. Mis ojos se llenaron de un color rojo sangre al ver la ventaja. Mi contrincante se quedo un rato estático. No se movía cuando lo veía con esa mirada. Mi gran arruinador Jack Sparrow no me dejaba usarlo. Decía que era malo. ¿Por qué lo es? En vez que me diga las consecuencias de mis actos, se limita a callar. Lo odio. Ya no soy una niña. He cambiado.

Durante estos años he recopilado palabras y talentos desconocidos para mí. Observando un mundo distinto. Acostumbrándome a la idea de adaptarme poco a poco. Aprendiendo lo bueno y malo. Manteniendo una promesa a la cual puedo cumplir.

Deje en el suelo a John B. Read. Mi espada estaba en su delicado pecho. Respiraba rápido y desesperado por perder esta pelea. Desde que entre en el barco, todas las mañanas teníamos que enfrentarnos. Se hizo una rutina. Él ganaba a veces, yo también. Pero siempre estábamos parejos.

— Muy bien querida Zazulja — dijo mi gran maestro, mientras deje la espada a un lado de su cuerpo —. Lo has hecho excelente

— Solo ha tenido suerte Jack — contestó Barbossa levantando a su chico —. No olvides que no tiene que usar trampa para ganar.

— Aceptemos que fallo tu leal discípulo, además, ya sabes cómo se pone ella cuando está desesperada.

— Sabes el riesgo que puede causar con eso ... 

— Pues yo no — respondí interrumpiendo su plática -. Estoy cansada de que no me tomen en cuenta, hablan ustedes dos como si no existiera - me dirigí a Jack alzando la mirada —. Dime el mal que causó cuando miro a la gente con estos ojos llenos de sangre, llenos de una furia en la cual no puedo evitar causar.

Como siempre hubo un gran silencio en el barco. Ocultándome de mis errores. En vez de ayudarme a enfrentarlos. Odio a todos los piratas, a pesar que me enseñaron para ser una.

— Y nadie dice una palabra cuando la chica habla. Que sorpresa. Me largo de aquí.

Puse mi espada en su lugar y camine hasta el timón del barco. Ya me esperaba a un chico siguiéndome. ¿No puede dejarme en paz? De verdad que necesitamos ir a la Isla Tortuga, para que pudiera coquetear a sus rubias tontas. Pero cada vez era más seguido, desde que cumplí los quince. Que chico tan molesto.

— ¿Que se te ofrece B? — dije molesta.

— Nada más quería saber si estabas bien Zazi — respondió preocupado.

— Estoy de maravilla. Puedes irte si únicamente estás aquí por eso.

— También viene para ver la hermosa vista.

— Tus halagos no funcionan conmigo — le respondí dulcemente —. No soy una de tus chicas.

— Sería más hermosa si no estuvieras en medio Zazi. Tapas todo con tu cuerpo.

— Que lindo, incluso  con la peor ofensa resulta un cumplido para todos. Si tienes tantas ganas de verla, hay mucho espacio John.

— No quiero parecer un acosador.

— No te preocupes John. Si intentas algo indebido te hecho hasta el fondo del mar.

— ¿Debería preocuparme?

Piratas del Caribe: La Hija del MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora