Día 8

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Su aliento caliente acarició la costa burbujeante de sus caderas, besó aquél lunar situado en medio de la curvatura de su pelvis. Con un toque discreto de la punta de su lengua y sus dientes, creó un marco rojizo para resaltar aquél sello natural y bendito. Continúo serena sin perder ni por un instante la maravilla de ver los poros de su piel erizarse, la punta de sus dedos recorrieron a un ritmo lento por sus perfectas piernas, la recorrió con calma, moldeando con sus manos cada detalle de su maravillosa anatomía.

Contempló desde arriba el lío de sus cabellos negros esparcidos por la almohada, creando olas y torbellinos sobre su frente sudorosa. Kanra era hermosa en todo momento, lo sabían en la Tierra, Júpiter y en cualquier galaxia. Pero, lo que en ninguna constelación conocían era el deslumbrante brillo de una lágrima aferrándose al borde de su párpado, esas estrellas encapsuladas en su delirio.

Shizuka no dudó en atrapar sus labios, estaba dispuesta a tener una sobredosis del sabor cereza de su labial, esparciendo el rojo, impregnandose de su suave toque, intentando de alguna manera la sed de su todo su ser con su otra mitad. Ladeó su cuello para dejarse marcar por su bella pelinegra. Elevó su cuerpo sonriendo triunfante, sirviendo sus pechos a merced de los labios y maldijo por lo bajo cuando la impaciencia creada por un laberinto hecho de los rastros de sus besos alrededor, tentándola con perspicacia, con aquella malicia que caracterizaba el intenso carmín de sus pupilas.

Su lugar estaba entre sus gloriosas piernas y bastó un ligero empuje hacia adelante para que el espacio entre estas aumentara. Ahora el respaldo de la cama era su aliado. Sus siluetas extraviándose entre el embrollo de sábanas y sudor creó una nueva fragancia que se propagó con rapidez sobre el colchón.

-Aah~ -el quiebre en su voz resonó a través del neón de las diminutas farolas flotantes de la habitación. Hundió sus manos entre el paraíso azabache, implorando ser su tan ansiada cena- D-Deja de fastidiarme así, Kanra.

Una succión violenta y repentina le hizo tirar ligeramente su cabello, mordió sus propios labios cuando experimentó la intromisión de las falanges ajenas. Gimió en su oído dejando un rastro húmedo, iniciando con una electricidad placentera que lamió con parsimonia la columna ajena. Su largo cabello rubio se pegó a su espalda creando un caos, una batalla y un renacimiento. El balanceo dorado estalló al retorcerse tenue cuando la morena jugó con sus fluidos, esparciéndose para acariciar con lentitud sus labios y formar un pecaminoso vaivén en su botón sensible.

-Oh, vamos Shizu-chan- soltando un instante el hermoso botón rosado de su boca, le brindó una sonrisa ladina- ¿Piensas castigarme acaso?

Sostuvo su estrecha cintura ampliando aún más la dicha de sus labios, su piel vibró al marcar un delicioso ritmo, detallando su interior tan bien como lo conocía.

Sus suspiros, sus jadeos, la bonita manera en que la insultó por una inesperada nalgada. Amarla hasta el día de su muerte, ese era el plan que había trazado y pretendía llevar a cabo a toda costa. Las horas estaban perfumadas por la fricción de sus pieles, los minutos cobijaron sus voces y los segundos firmaron un pacto con el tiempo para transcurrir lentamente.

Shizaya Week 2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora