Días Venideros.

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Después de casi un mes, al fin pude publicar este capítulo.

¿Qué capitulo? ¡Esta babosada de capitulo! ¡No puedo creer que me haya tardado tanto en actualizar este remedo de slice of life! La verdad no me esperé que tuviera tanto conflicto en seguir un mísero capitulo.

¿Pero qué sucedió para que tardara tanto? Bueno... ejem, ahí les va:

Tuve un cambio laboral que me obligó a tener que adaptarme a nuevos horarios y conocimientos, ese mismo horario no me alcanzaba para si quiera al menos tener que escribir míseras quinientas palabras pues llegaba mas muerto que personaje de Dark Souls a la siguiente hoguera; aun siendo los fines de semana tenía el tiempo medido pues la waifu (así le digo a mi novia) llegaba de visita y el otro día era para arreglos hogareños (así como vieron a Levi con todo y pañoleta y mandil... así más o menos); tomando en cuenta también los bloqueos inspiracionales y, reiterando, la falta de tiempo me comía vivo.

Pero ya. Ando al cien y listo para no dejar pasar más días. Espero que la siguiente actualización no avance más de diez días (y si avanza a diez, esperen hasta el doce al menos)

Bueno, sin más, les dejo con este capítulo sacado de lo más trabajoso que he hecho hasta ahora. ¡Era como tratar de sacar oro en las minas de carbón con solo un pico!

¡Ah! Y aquí sigue la caja con su contenido dentro. Al terminar el capítulo, saldrá.

Espero al menos les agrade el capítulo.

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Pasaron dos horas desde que Hornet se quedó acompañando a Rumin en la recepción. Ambos tenían cartas en cada mano y una mirada de concentración digna de jugador profesional de duelo de miradas.

-... ¿tienes un cinco? – Rumin negó con la cabeza. Dejó una carta en la mesa donde se apoyaban.

-Ve a pescar. – Hornet agarró una carta del manojo que tenía en frente del escritorio y observo alrededor de todo el sitio. – No creo que venga gente a esta hora. Aunque lo más seguro es que dentro de una hora ya empiece a verse movimiento.

-Así que por eso madrugan mucho. – Hornet juntó sus cartas y las dejo en la mesa dejando la cabeza recargada en el respaldo de la silla. – Dios que aburrido.

-Pues yo esto lo veo muy relajado el asunto.

Cuando Hornet despertó en la mañana, notó que aún era muy temprano. La luz de los postes que alumbraban las calles seguían encendidas y el barullo de adentro del hogar se escuchaba como una guerra entre cocineros.

Al salir de su cuarto, notó como la madre e hija corrían de un lado a otro. Ella con una gran olla mientras que la menor sostenía los ingredientes para dárselos a su madre. Está noto su presencia y sin dejar de moverse la saludo con efusividad.

-Buenos días, Hornet. – le tendió una olla y un cucharon. – Necesito que llenes esto rápido, por favor. – para cuando le entrego esos artículos, la Nila ya estaba sacando todo desde la lacena y la hija ya empezaba a mover ingredientes de un lado a otro.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿Para qué? – Hornet al recién despertar no se sentía en sintonía con todo ese caos de solo dos insectos. Si fuera en una batalla ya estaría la aguja en alguna extremidad del enemigo; esto era una cocina. Y ella lo máximo que podía hacer era ver como estatua y moverse como mimo haciéndose el muerto.

-Cada vez que inicia el día, tengo que tener preparado el desayuno para los huéspedes como para nosotros. – la niña saltó de una silla donde había dejado los ingredientes en la mesa y bajo corriendo para los cuartos. – Roni fue a despertar a su hermano.

DespedidaWhere stories live. Discover now