Un inicio

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Abrió los ojos. Una araña con seis ojos la miraban con una ternura que ella sintió. Las patas que la sostenían, a pesar de no ser de quien la miraba con amor, eran cálidas y delicadas.

-Felicidades, mi reina. - escucho al lado de ella. Su voz era suave y femenina. - Es una niña. - sintió como la acercaban mas a la araña mayor y está la sostenía con igual delicadeza. Ya estando en brazos de la otra hembra, esta le acarició la mejilla y ella no se resistió para poder restregarse en esa pata que le daba cariño.

-Hola, mi niña. - siguió acariciando su rostro y la acunó con cariño. - Bienvenida a este mundo.

Sintió el abrazo de ella con mas fuerza y la pequeña se estrecho mas a su abrazo. Se sentía segura en su abrazo. Y en un tipo de subconsciente, sentía que todo iba a estar bien.

-¿Y como la llamará, mi reina? - preguntó aquella voz femenina y suave.

-Hornet. - la alejó y la levantó en brazos. Ahí, la pequeña araña vió como no solo estaba frente a una criatura de ocho patas y grande, junto a una cien pies frente a ella. Varias cabezas blancas con patas largas y vestidos rojos las rodeaban y la miraban a ella, la recién despierta, con admiración y devoción. - La llamaré Hornet.

-Que así sea entonces. - la cien pies se movió a un lado y dejó pasar a tres arañas tejedoras con un atuendo rojo. Y encima, cargando con sus patas, un tipo de caja acolchonada.

-Nosotras, vuestras fieles sirvientes, hemos cosido el vestido para la princesa. - dos de ellas se inclinaron frente a la reina y la tercera levanto con delicadeza el vestido rojo con el emblema de las tejedoras en medio. - Cocida por nosotras, con el hilo de su majestad y la tela hecha con la misma seda de vuestra reina. - se inclino y extendió el vestido a Herra. - Espero que sea de su agrado.

-Lo es. - dijo solemne. Dejo a Hornet con una de sus patas y con la otra agarró el vestido. Usando sus otras extremidades, movilizó a la cría de una forma a otra hasta quedar vestida con un vestido que cubría casi todo su cuerpo dejando solo la cabeza expuesta. Herra sonrió satisfecha. - Si. Es de mi agrado.

-Le agradecemos su aprobación. - las tres tejedoras se volvieron a inclinar en pos de respeto y se alejaron fusionándose con las demás tejedoras.

Todas las tejedoras, junto con la Matrona se inclinaron en servicio ante la cría que, bajo los mandatos y normas de Poblado Distante dictaminaban.

Herra miraba a su cría con genuina alegría. Hornet la observaba interrogativa, pero feliz pues sentía aquella conexión de madre e hija que solo entre ellas se forman.

Un sonido seco se escuchó y en la entrada una luz incandescente segó a la mayoría que habitaban en esa sala. Hornet se ocultó entre las patas de su madre mientras la reina fruncia los entre cejos de manera amenazante. Todas las tejedoras se pusieron en posición de guardia rodeando y protegiendo a su reina. La matrona se posó en frente y alrededor de Herra sacando al descubierto su verdadero rostro y con mirada amenazante protegiendo a ambas.

-Herra. - una voz calma y masculina se escuchó en la luz. - El trabajo está hecho. Es hora.

La reina araña levanto la pata y con sus demás extremidades azotó el piso tan fuerte que la superficie tembló. Todos la voltearon a ver y, entendiendo el lenguaje corporal de su gobernante, bajaron las armas. La matrona miro a su compañera y amiga, inclinó su cabeza y se desenroscó para dejarla libre.

DespedidaWhere stories live. Discover now